45 AÑOS (2015) de Andrew Haigh

“Cenaremos y nos iremos a la cama, mañana nos levantaremos y empezaremos de nuevo”
Drama otoñal que con una dirección inteligente y unas interpretaciones soberbias consigue acercarnos al desasosiego que desata en una pareja de ancianos una noticia aparentemente intrascendente.
La sencillez que imbuye este relato es como una tapadera para el hondo calado emocional que depara una situación inesperada y cuyas consecuencias van creciendo conforme avanza la historia, pasando paulatinamente de un tono entrañable a otro de tensión sentimental contenida.
Nos presenta a un matrimonio que está organizando los preparativos para celebrar el 45 aniversario de su boda. La ilusión por el evento queda mermada cuando el marido recibe la noticia del hallazgo del cadáver de una antigua novia enterrada en las nieves de los Alpes suizos, donde desapareció tras un accidente décadas atrás.
Desde ese momento, la manera de comportarse por parte de cada uno de los protagonistas se llena de matices psicológicos muy perceptibles que dejan entrever como una relación tan consolidada, que parecía basada en el amor y la sinceridad, comienza a desquebrajarse. Un desenlace incierto empieza a planear sobre la fiesta prevista a medida que la fecha se acerca y la desazón aumenta sigilosamente; por ello la narración se estructura en varios episodios que marcan el paso de los días y la paulatina transformación de los estados de ánimo. Así, hasta llegar a una escena de cierre que invita al comentario y a la reflexión finalizada la proyección.
El guion se compenetra perfectamente con los actores que han sabido entender y manifestar aquello que sus personajes no expresan con las palabras, sino con las miradas, de forma que casi podemos leer sus pensamientos. Charlotte Rampling ha recibido diferentes galardones por este trabajo, indudablemente merecidos. No menos espléndido resulta su compañero de reparto Tom Courtenay (“Doctor Zhivago”), quien se hace acreedor de los mismos elogios.
Un estreno al que especialmente sabrán apreciar los espectadores adultos.