EL BALCÓN DE LAS MUJERES (2016) de Emil Ben-Shimon

“Un misógino anda suelto…”
“El balcón de las mujeres” nos muestra a mujeres valientes, que no se arredran ante la injusticia de la misoginia, por mucho que esta se disfrace de santa y respetable.
Y es de lo que trata la película, de la mujer, de su valor y dignidad, de no arredrarse ante la injusticia del desprecio.
He oído que la película es muy machista, pero no, machista no la definiría; el machismo es cultural, consiste en un tipo de educación, y recordemos que el machismo lo fomentan las mismas mujeres que educan a sus niños- futuros adultos, bien por tradición o por no saber hacer otra cosa o por ambas. Afortunadamente eso está cambiando con las nuevas generaciones, estamos educando mayoritariamente en la igualdad de género, al menos en Occidente…
Pero no. En “El balcón de las mujeres” hay odio. Se la quiere hacer desaparecer de la comunidad. Da igual el contexto…
En esta película el contexto es religioso, por cierto uno de los mejores para ocultarse el misógino, porque ante Dios que habla a través del Rabino, o cura de turno etc… Solo se puede y se “debe” decir Amén. ¡¡Ja!!.
Y es que se ha utilizado mucho la palabra Dios, para cometer las más altas injusticias humanas, que nada tienen que ver con lo que Dios es, puro amor, unión, compasión. Llámale Dios, o “Vida”, o como cada cual lo sienta. Y ya está bien.
Todo esto tiene que cambiar, por eso se tienen que seguir haciendo películas como “El Balcón de las mujeres”, que enseñan que las mujeres tienen la última palabra, que no son víctimas si deciden no serlo.
Esta película ayuda a abrir las mentes, y cada mente abierta a la verdad, que no es otra donde prima, el amor y la unidad, la inclusión de todos y no la desunión, la separación, el estar por encima de… No hay excusas.
La mujer no es un objeto, no se la trata como si fuera un libro, por muy sagrado que sea, la mujer tiene que ser libre en todos los contextos. No me gusta la tradición del balcón para ellas; todas las mujeres parecen gallinas ahí arriba, su sitio tendría que ser junto a ellos, pero lo que es intolerable, es que se las pretenda relegar al ninguneo más absoluto.
Lo mejor de la película, el matrimonio protagonista, que son el corazón del relato, física y espiritualmente. Ellos son los cimientos que protegen del desastre. Y la maravillosa y llena de sabiduría conversación que tiene ella con el adolescente que rezó para que ocurriera un milagro.
Historia real como la vida misma, contada desde la amabilidad y con algún toque de humor que suaviza la mala leche que provoca la historia.