LA PELÍCULA COMERCIAL DE LA SEMANA

GHOST IN THE SHELL (2017) de Rupert Sanders
“No mandes a un conejo a matar a un zorro”
El género de ficción es uno de los más personales que puede existir, partiendo de la base de que gusta a un público muy concreto y es difícil de comprender los entresijos de la “ciencia” que rodean a esa ficción. También es uno de los más fáciles si hablamos del “todo vale” que suele caracterizar estas historias, empleando recursos facilones o, para impresionar, se inventan alguna idea estúpida pero cargada de tecnología que la mayoría no lo entenderemos pero que mola: véase un implante milagroso, una reconstrucción o un cable que permite entrar en los pensamientos de un muerto. Sabiendo esto, aparte de valorar los aspectos más técnicos de la obra habría que valorar el reclutamiento de ideas y los consejos científicos que se han empleado, siempre teniendo en cuenta que el principal objetivo de este tipo de películas es el de entretener y hacer pasar un buen rato.
Hanka Robotic es una empresa tecnológica que desarrolla robots y mejora humanos para que sean superiores al resto. Ellos fabrican a “Major”, un híbrido ciborg-humano que dirige un grupo de operaciones especiales con el objetivo de detener a los mayores criminales de la ciudad. En uno de sus trabajos descubrirá que hay un enemigo que trata de destruir todo lo que esté relacionado con Hanka Robotic, y Major tratará de averiguar qué motivos le llevan a ello. La historia es idéntica a la original japonesa, no presenta ninguna diferencia más allá de estar realizada por actores reales en lugar de animados, por lo que las sorpresas brillan por su ausencia para los conocedores de este manga Cyberpunk.
En el terreno técnico trata de acercarse al colorido de “Blade Runner”, y se consigue una textura demasiado falsa y pareciendo más irreal que la película de Ridley, teniendo en cuenta que es mucho más antigua que ésta. No hay ninguna pega respecto a las recreaciones de los efectos especiales, que son correctas y no desentonan. Al adentrarnos ya en la música, el sonido y su enlace con la historia sí que hay mucho que mejorar, porque no crea desasosiego, no provoca esa tensión por entrar en la historia… En definitiva, que la técnica hay que pulirla mucho más si quiere envolver al espectador a entrar, porque por esa vía no se ve.
Al profundizar en la psicología y filosofía del mensaje es donde se encuentra el verdadero valor de esta obra. La gran carga moral que tiene y su capacidad de raciocinio es sorprendente para este tipo de cine, y aunque no se terminen de aclarar algunas ideas, el pensamiento queda claro y la conclusión todavía más: “¿está la tecnología ganando terreno al contacto humano?” Esta idea está enlazada directamente con los grandes avances que se observan en la ciudad de “Ghost in the Shell”, el dinero es el que manda y la mayoría de la gente se deja llevar por todas las mejoras que parece pueden ayudarles, y se llega hasta el punto de incorporar un riñón artificial para poder beber más. ¿Cuál es la finalidad de la tecnología? ¿Acabaremos siendo sustituidos por ella? Ya está ocurriendo, la palabra se ha visto sustituida por el Whatsapp, el contacto humano por el Instagram, y cada vez la gente pasa más horas con un aparato tecnológico que con sus allegados. Es aquí donde reside la gran fuerza del film, en la guerra del dinero y la tecnología.
“Ghost in the Shell” se vendió como un reboot desde el principio, no engañó a nadie. La elección de Scarlett Johansson será más o menos acertada, pero desde el principio ya se sabía lo que se iba a ver, un trabajo muy previsible, una historia que no cambia una coma de la original y un lucimiento de una superestrella. Aun así es una película entretenida, con muchos problemas pero un gran acierto, y es la crítica al avance tecnológico tan drástico, ya que hoy en día en lugar de utilizarla como una vía la estamos utilizando como un sustitutivo, y eso es imperdonable. Los más fans de la saga base verán esta película como un sacrilegio, sin embargo el espectador poco conocedor de ella puede utilizarla para la reflexión, ya que obviando esto poco más destaca en la obra de Rupert Sanders. Eso sí, si querían enseñar la familia de “Major” y se observan que son japoneses claros, ¿por qué no disimular sus rasgos para hacerlos más japoneses? Fue una crítica fuerte en la elección de la actriz, y se rubrica al observar el resultado.