LA PELÍCULA COMERCIAL DE LA SEMANA

REY ARTURO: LA LEYENDA DE EXCALIBUR (2017) de Guy Ritchie
“De la nada surge un Rey”
La fuerza visual de la primera escena, la de una batalla a mitad de camino entre “El Señor de los Anillos” y “Juego de Tronos”, es desbordante, pero en este caso el villano es el temido mago Mordred. La energía que despliega Ritchie en los primeros planos, la épica (algo forzada por ser la primera escena y desconocer a los protagonistas) y la velocidad que te explotarán en la cara, dejándote esa sensación de no saber muy qué diantres está pasando, es marca de la casa. Todo ello junto con una banda sonora que te mete en la furia desaforada de la batalla, extraordinario Daniel Pemberton con la percusión y los sintetizadores. La historia ya la conocemos, pero en este caso Guy le da una y mil vueltas, deja lo básico: la legendaria espada Excálibur, pero nos habla de un Arturo que huye de bebé en un capazo hasta que unas prostitutas lo encuentran, como un guiño al bíblico Moisés. Arturo, apuesto y con peinado y ropa moderna, es un pillo que junto a sus amigos trapichean con el beneplácito de “Los Hierros Negros”, el ejército macabro que “protege” el reino.
Durante el visionado me viene a la cabeza Robin Hood y Jack Sparrow, pero con un exceso de confianza y chulería. Podríamos hablar de la historia algo más, pero no estamos ante un dechado de buen guion, pero sí de rapidez, obscenidad cinematográfica y ese halo malote y de barrio al que nos ha tenido acostumbrado su director. Jude Law hace de tío de Arturo, un hombre cruel y despiadado que haría cualquier cosa por alcanzar el poder, incluso matar a su hermano, mujer e hija. Law hace bien su trabajo, que no es otro que el de interpretar a un rey, Ricardo III, despreciado por su pueblo, que es un tirano sin escrúpulos. En cambio, nuestro Arturo es un chico con principios, con una ética muy particular pero que tiene claro cómo salvar su culo. Todo el mundo descubre que el verdadero rey es Arturo, y a partir de ese momento el grupo rebelde, integrado por varios magos, con la enigmática ausencia de Merlín (seguro que en la secuela lo veremos) encabezan un movimiento para derrocar al monarca y devolver la gloria a Inglaterra de la mano de Arturo. Ritchie nos pretende contar demasiado, es lo malo de intentar reinterpretar un clásico con un estilo más desenfadado, donde es vital tener un final claro por si la franquicia no acaba de cuajar.
Todo tiene que ser rápido, especial atención a la escena alocada de cuando “El Ojo” le pregunta por un insurgente a Arturo y cómo cuenta la historia, en un alarde “videoclipero” de montaje. Quizás esa escena solo le vale a Ritchie, como otras, para sacar músculo y demostrarnos lo que puede hacer con la cámara, y para poco más, demasiado prescindible. Al montaje final le sobran veinte minutos y algo de historia, porque acaba por abotagarte la cabeza tantas escenas sin nada que aportar. De hecho, y por desgracia para nosotros, sufridos espectadores, Guy le imprime a cada secuencia un tono, abusando en muchas ocasiones del recurso de ralentizar la cámara en las batallas, dando una sensación de agobio la primera vez y de aburrimiento pirotécnico en las siguiente. Podría aprender algo de las escenas de acción y pelea de su paisano Matthew Vaughn, con su fantástica película “Kingsman: Servicio secreto” (2014). Si hay algo que podemos discutir más, a parte de la excesiva duración, es el escaso fondo que les da a los secundarios, algo que no ayuda a que empaticemos con ellos en sus trágicos decesos. Esa falta de trabajo con los actores secundarios tira por suelo que podamos implicarnos más en la historia, ni siquiera sabemos cómo era la relación o cuáles pueden ser los motivos que llevan a Ricardo III a matar a su hermano y ansiar el poder de ese modo desaforado. No acabamos de sentir nada por Azul, el niño que corretea de un lado al otro por la pantalla, tampoco por el resto del reparto, porque sencillamente están ahí para decorar los chascarrillos de Arturo o para servirle sin más.
Podemos intuir que las sirenas, con un aspecto alucinante y repulsivo a la vez, tienen parte de la culpa de su odio, pero por desgracia es otro de los puntos en los que Ritchie no hace demasiada mención. Aunque siendo consciente de la situación actual de las sagas, es más que probable, si Guy pretende realizar una franquicia, que haya cabos o personajes que se irán desarrollando más tarde en las secuelas, estrategia muy cercana a la de las series. El preciosismo de algunas escenas, sobre todo cuando decide tirar la espada al mar y cae en manos de “La Dama del Lago”, son momentos de belleza que se alternan, en esa dualidad en la que navega la película, entre la composición cargada de inquietante preciosidad y las más brutales imágenes. La película es un buen entretenimiento, le falta sustancia en cuanto a guion y desarrollo de personajes para que podamos apreciar más las relaciones, le sobra algo de “CGI” en las batallas y juega extraordinariamente bien con la banda sonora, siendo una de las piezas fundamentales del metraje. Estamos de suerte con haber podido ver unas cuantas películas dirigidas por lo mejorcito del cine inglés, directores con un sello personal como Guy Ritchie, Christopher Nolan o Edgar Wright.
Nuestra calificación: (3/5)