LAS INVISIBLES (2018) de Louis-Julien Petit

“No solo hay que creer en los sueños, también en la forma de llegar a ellos”
Que la sororidad se haya convertido en un tema recurrente en el arte y en los discursos de aquellos que son visibles de una forma u otra hace que pensemos que hay algo más de camino recorrido. Que cuando se hable de un tema (da igual cuál) no se nos remita directamente al género masculino como ejemplo mayoritario, también ha de darnos cierta vitalidad.
El filme que aquí nos ataña es arriesgado. La historia no es demasiado original, pero sin duda lo es el planteamiento. El centro de acogida Envol, que trabaja con mujeres que no tienen casa, recibe una orden de clausura por parte del ayuntamiento. Se propone un periodo de tres meses para que las mujeres puedan tener una oportunidad de rehabilitar sus vidas.
Tres meses para solucionar toda una vida. Los trámites burocráticos a veces resultan irrisorios. Lo que no es agradable es cómo se modifican los bancos y escaparates para que los vagabundos no puedan encontrar un lugar en el que acomodarse. A partir de esto, la película es un vaivén de emociones que no dejan indiferente a nadie.
A una persona con recursos, la vida se lo pone muy difícil para lograr objetivos. Imaginemos a quien no dispone de ellos. El punto de vista de la mendicidad mostrado aquí es desgarrador, pero necesario. Se nos presenta a unas mujeres que no quieren salir de sus problemas por miedo a enfrentarse a lo que viene después, o lo que hay detrás. Mejor, quizás, pero seguro desconocido. No se reconoce la problemática, por lo que es difícil salir de ella o aceptar la ayuda que se precisa. Se une el orgullo con la dignidad. En ese sentido (y solo en ese) me atrevería incluso a apostillar que aquí la mendicidad es vista como una adicción. Al menos, en lo que respecta a superarla.
Ver películas de este tipo hace que nos demos cuenta de que existe otro tipo de personas, esas que tienen otros sueños. Si eras ajeno a este tema, a partir de aquí te involucrarás un poco más. Cuando se pierde todo lo material, pero los valores se siguen manteniendo en forma. Ni siquiera se trabaja por que consigan un trabajo, ni unos sueños, sino la dignidad. Es esa película que quiere hacerte sentir muchas sensaciones y… ¡lo consigue! Es una de esas comedias en las que se llora o uno de esos dramas a los que atiendes con una sonrisa.
Peca quizá de no centrarse demasiado en la vida de algunas de las que me hubiera interesado saber más pero, sin embargo, me han sabido conceder la historia de alguna que representa el caso contrario, a la que “le debería” de haber ido bien, pero se terminó volviendo igual de invisible.
No obstante, destacaría los planos desde dentro del bus –en dos momentos clave de la película– o los seguimientos por la espalda, muy reiterados, pero excelentemente empleados. Las reminiscencias a “Pride” (Matthew Warchus, 2014) se volverán inevitables.
El director Louis-Julien Petit ha cogido el testigo de la historia de Claire Lajeunie, quien trabajó en el tema y participó en el guion de la película con toques documentales junto a Petit y a Marion Doussot. Petit decidió llevar a cabo una investigación que duró más de un año. Porque esta película no va de las mujeres sin techo, sino también de aquellas que lo tienen pero conviven con las que no y sienten lo mismo que ellas.
La diferencia de culturas con los personajes y roles de diversas etnias es lo que nutre este relato en su totalidad. Ayuda a que nos planteemos un poco más los conceptos. Cómo hemos de reducir a lo que realmente somos y no a cómo nos vestimos o lo que creemos que nos define.
A pesar de que se nos hace especial hincapié en los personajes femeninos, sería un desatino no mencionar los roles masculinos, tratados con sumo cuidado e inteligencia.
En conclusión, lo esencial de esta cinta es que la que sale en (o de) esa casa de acogida no es la misma persona que entró. Como te puede pasar a ti del cine con esta película. Aunque yo no las llamaría “las invisibles”, sino “las reales”.
Nuestra calificación: (4/5)