MORIR (2017) de Fernando Franco

“El amor es exigente”
Tan doloroso como desgarrador resulta este drama sin concesiones que adelanta su contundencia desde el mismo título. Con absoluto realismo, evitando cualquier artificio sensiblero, esta crónica intimista y emotiva de un inevitable y angustioso viaje hacia la muerte, en sentido amplio, impacta y deja huella.
Marta y Luis son una pareja joven y feliz que se ve súbitamente golpeada cuando a él le diagnostican un tumor. Pese a que inicialmente se resiste a ponerse en manos de médicos, acabará sometiéndose a una operación quirúrgica en lo que es solo el principio de su largo calvario.
Con tacto, pero sin esconder los detalles y la dureza que supone verse en esta circunstancia, el film transita por temas como el miedo a morir, la desazón y desquicio que origina la enfermedad, y el sacrificio silencioso y el sufrimiento que soportan los seres queridos, ligándolos de forma elocuente a la justa dimensión del amor verdadero.
La historia se muestra siempre respetuosa con los personajes, incluso en sus reacciones aparentemente más incomprensibles. Por su parte, la realización, en muchas ocasiones, intenta guardar cierta distancia para no entrometerse en esa tesitura tan personal y delicada, contribuyendo a generar la sensación de absoluta verosimilitud que recorre toda la puesta en escena, acertadamente articulada mediante fundidos a negro.
Desde luego, el resultado no sería el mismo sin las dos extraordinarias interpretaciones de sus actores protagonistas. Ambos están perfectos: Marian Álvarez se ha puesto de nuevo a las órdenes del director Fernando Franco, como hiciera en “La herida” (2013), que le valió un Goya y no sería de extrañar que repitiera, al menos, la candidatura. Borda igualmente su difícil papel Andrés Gertrúdix, quien, con una larga carrera a sus espaldas, resuelve brillantemente este auténtico “tour de force”.
Tras el visionado de la película, es inevitable salir tocado de la sala de cine, especialmente si se ha vivido de cerca algo parecido, por lo que el mejor consuelo y la manera de extraer una lectura vitalista a esta propuesta, puede ser recordar aquella frase que pronunciaba Paco Rabal en “Pajarico” (1997): “Que bien se está cuando se está bien”.
Por cierto, este es uno de los casos en que el tráiler, bastante discreto, aporta poco a la hora de hacerse una idea de lo que verdaderamente depara la cinta, cuando, a diferencia de lo habitual, hubiese sido conveniente lo contrario a modo de advertencia.
Nuestra calificación: (4/5)