PSICONAUTAS, LOS NIÑOS OLVIDADOS (2016) de Alberto Vázquez y Pedro Rivero

“Dadme dinero. No os he traído gratis hasta aquí”
La animación española lleva años avanzando tanto dentro como fuera del país. No solamente destacan los taquillazos como “Tadeo Jones” o “Mortadelo y Filemón”, ya que previamente se realizó una película mítica: “Chico y Rita”, llegando incluso a estar nominada en los premios Oscar como mejor película de animación. Algún año antes, con la incursión de “Planet 51”, ya se empezaron a ver unas mejores importantes y se observaba que esta vía iba a traer alegrías. Este año, sin partir como favorita, “Psiconautas: Los niños olvidados” se ha alzado con el premio a mejor película de animación sin ser todavía estrenada en las salas de cine. Después de esto algunos cines se han atrevido con su estreno, siendo así uno de ellos los Cines Babel de Valencia, donde pudimos disfrutar de este gran trabajo.
Como continuación de “Birdboy”, un cortometraje también dirigido por Alberto Vázquez y Pedro Rivero, llega a los cines “Psiconautas, los niños olvidados”. Ya se podía observar el estilo de animación adulta en todos sus cortos, y en Psiconautas se sigue esta línea y se acrecienta todavía más para tratar de desgranar esta gran naranja que se nos muestra. Si el comienzo ya es perturbador y extraño, el desarrollo inmediatamente posterior no se queda atrás, entremezclando varias historias cargadas de poesía visual y de palabras llenas de intención que pueden conseguir dos cosas: aburrir o sobrecoger. Es vital estar centrado para absorber todo el mensaje de desidia y de apatía hacia la civilización que se vive.
Birdboy trata de sobrevivir de la caza de brujas en la que se ve envuelto. Sandra intenta buscar un sentido a la vida y escapar del entramado familiar. El resto quieren huir, vivir en paz o matar por pura diversión. La sociedad de Psiconautas está llevada a la hipérbole, es extremista con los problemas porque así desea que el espectador se percate de la realidad. Empieza cuando la abundancia desaparece hasta enseñar el peor de los desenlaces; un despertador andante abandona la casa para, desde su inocencia, descubrir en qué se ha convertido el mundo. Se sorprende, pero justamente un grupo de niños lo golpean y lo roban, quieren conseguir el cobre que contiene. El objeto sigue vivo, sin dar crédito a lo que ocurre fuera de la cúpula de su hogar.
Los directores se han llevado el goya de animación gracias a su gran estilo y a un encomiable atrevimiento. No solamente destaca la interpretación del mensaje o metáfora, si no que se permiten el lujo de mostrar la animación como un trazo del lápiz sobre la cámara, sin causar la sensación de CGI y dibujando un estilo tan cercano al cómic que, la poca acción que aparece, agradece no ser sobrecargada por efectos de ordenador. Una valentía importante para los verdaderos amantes del cine contemplativo, entrelazando correctamente los problemas actuales con el psicodélico universo de los personajes pero que, difícilmente será visto por un público más amplio ya que es muy poco atractiva para la familia y el público más general. Sin embargo, Psiconautas debe estar orgullosa por transmitir un ambiente tan magnético como extraño que, tras reflexionarla durante varias horas (e incluso días) transmite tanto que es imposible saber cómo se ha podido abarcar en, tan solo, una hora y diez minutos.