UN DOCTOR EN LA CAMPIÑA (2015) de Thomas Lilti

“La medicina rural no se aprende”
Afable y poco más resulta esta producción francesa que es ante todo un homenaje a la figura del médico rural. Un propósito que se lleva cabo con un film desigual y de poco calado. Su primera parte se aproxima a lo que podría ser un documental y cuando intenta ofrecer un relato centrado en los protagonistas no llega a ensamblar los alicientes suficientes como para construir una ficción interesante.
Jean-Pierre es el veterano y querido doctor de un pequeño pueblo que atiende a los pacientes casi como si fueran de su familia. Sus rutinas sufren un trastorno cuando le diagnostican un cáncer y debe aceptar la colaboración de una colega más joven y con poca experiencia.
La película dedica prácticamente la mitad del metraje a llevarnos de la mano del protagonista cuando visita a distintos enfermos. Expone pues una variada casuística para que nos hagamos una idea de lo que es este trabajo, ensalzando los valores humanos y el compromiso del profesional con su labor. Precisamente, esta variedad le confiere una agilidad a la cinta que evita caer en el tedio, aunque se quede sólo en el tributo que pretende realizar a estos galenos no siempre reconocidos fuera de su ámbito.
Por otra parte, cuando intenta explotar las circunstancias de una relación que tiene evidentes reminiscencias a “Pigmalión”, resulta tan sutil y, a la vez, superficial, que no acaba de trascender y eso a pesar de partir de un elemento profundamente dramático. Sin embargo, se queda en una tentativa frustrada cuya resolución es tan elegante y benevolente como insulsa.
Si hay un elemento que contribuye decisivamente a evitar un resultado más anodino aún es François Cluzet, un actor que tras conocer las mieles del éxito con “Intocable”, ha sabido explotar muy bien la cara más amable de sus personajes como demuestra una vez más aquí. Él es decisivo para mantener la atención en la pantalla y logra una buena química con su discípula, interpretada por Marianne Denicourt.
El director, Thomas Lilti, que ejercicio la carrera de medicina, vuelve sobre un terreno que ya abordó desde otra perspectiva pero de manera mucho más notable en su anterior largometraje, “Hipócrates” (2014).