ACANTILADO (2016) de Helena Taberna

“Ten cuidado en la granja”
Que el cine español goza de un buen momento podría ser discutible, sin embargo que el thriller y la acción está aflorando últimamente en España no tiene discusión. Tras La isla mínima, incluso tal vez antes con algunos trabajos como “Celda 211”, se ha observado que este género atrae mucho público y se está explotando. En algunos casos más acertadamente que en otros, pero siempre es bueno que vayan apareciendo películas de todo tipo de géneros, y más tratándose de un estilo que siempre es complicado de gestionar debido a que crear intriga en los cinéfilos es verdaderamente difícil al conocer multitud de recursos e historias, por tanto o se consigue una innovación o hay que pulir muy bien el producto para que no de la sensación de Déjà Vu.
Basada en un libro de Lucía Etxebarría llega “Acantilado”, una historia de la búsqueda de la verdad de la desaparición de Cornelia por parte de Gabriel y Helena, su hermano y su compañera de piso, que se ven envueltos en un entramado de sectas y suicidios de la noche a la mañana. Paralelamente se encuentra la investigación policial llevada a cabo por la inspectora y su ayudante, donde se observará que ese mundo no es tan limpio ni eficaz como parece. Gabriel, interpretado por Daniel Grao, es un fiscal que lleva años sin ver a su hermana Cornelia y se ve sorprendido por este suceso, y así será como conocerá a Helena, interpretada por Juana Acosta, un personaje que esconde algún secreto importante en su relación con Cornelia. Cornelia, interpretada por Íngrid Garcia Jonsson, es la clara protagonista y sobre la que se va desarrollando la evolución de la secta, las pretensiones y las verdaderas razones para introducirse en ese mundo tan frío y hostil.
Con un gran comienzo dejando boquiabiertos al espectador por la tremenda sangre fría de montar una intriga que resulta tremendamente prometedora observas como según avanzan los minutos se va precipitando por la forma en que se resuelven los entresijos. Si ya resulta confusa la multitud de historias, tampoco se queda atrás el montaje tan abrupto con el intercalado de flashbacks sin ton ni son, en los peores momentos y sin dejar reposar las sorpresas. La calma es muy importante, y en esta película sobra, sin embargo cuando hay que dejar esos minutos de reflexión es cuando se introducen los flashbacks más impactantes, para posteriormente estar veinte minutos viendo un deambulo por la metamorfosis en el acento de la inspectora de policía, que parece que deja de ser canaria para acercarse más a las tierras de la manga. Los “porque sí” pueden resultar curiosos si no sabes salir de algún entresijo, pero no para ser utilizados en todo momento como, por ejemplo, en los momentos de investigar la granja o cuando un trabajador del campo recoge a la pareja, resultando no ser un simple trabajador.
La crítica a las sectas queda bastante refinada para lo brocha gorda que es el resto del relato, sin embargo no podía acabar de una manera peor. El epílogo daña esta reflexión dando más importancia a la situación familiar que a la historia que a lo largo de la película había resultado protagonista, y que se reafirma este protagonismo cuando se incide en la investigación policial, que se podría haber reducido bastante para así dar la sensación de que se busca otra pretensión. Este mal equilibrio es otro de los problemas pues no sabes muy bien donde situarte, si a un lado o al otro, o si Heidi (la líder de la secta) es realmente la buena, pues al menos es la que interpreta mejor su papel, muy contenido y llegando a hastiar al espectador con sus acciones.
Si bien se debe agradecer el hecho de atreverse a lanzar historias de secuestros en el cine español, tampoco se puede negar la evidencia de errores en este caso. Una lástima que estos actores no acaben de encajar, pues por separado no son para nada malos intérpretes, sin embargo la química brilla por su ausencia por mucho que intenten, con conversaciones en la ventana y un vaso de vino, unir lo que no se puede ni con un soldador. Tampoco es que los policías resulten creíbles, pues la escena de la lancha así lo demuestra. En el cine lo más importante no es darnos a conocer algo dando golpes de martillo, sino mostrarlo, ya se encargará el espectador de interpretarlo. No es necesario que todos señalen a la luna si luego no se es capaz de enfocar más allá del dedo, así la plenitud de la obra queda empequeñecida. Eso sí, destaca enormemente el paisaje de esta fascinante Isla Canaria, sin duda maravillosa. Una película que con una regularización de las historias habría ganado, porque tenía absolutamente todo a favor. Se deben aprovechar más las virtudes, que son muchas, en pos de la espectacularidad. Una lástima que el cine vaya más destinado a agradar al público que a uno mismo.
“Be careful on the farm”