GRACIAS A DIOS (2019) de François Ozon

“- Dios nos dice que amemos a los niños. Aunque no tanto, está claro”
Creo que lo principal sería empezar aclarando la diferencia entre pederastia y pedofilia que puede no quedar muy clara en el filme, o bien por un problema de doblaje o bien porque no existe quizás ese matiz tan marcado en Francia. Mientras la pedofilia puede estar relacionada con la pornografía infantil, pero nunca con el contacto directo con el niño, la pederastia se refiere al abuso. Aclarado los términos que, aunque puedan parecer lógicos, no siempre se tienen claros, vayamos al argumento.
Alexandre se entera de que el sacerdote que abusó de él cuando era un boy scout sigue trabajando con niños. Pone en pie una denuncia al abusador en la que se suman François y Emmanuel, otras víctimas del sacerdote, para hacer justicia e impedir que continúe cometiendo delitos. Los testimonios traerán repercusiones y consecuencias que no dejarán a nadie indemne. Basada en el caso real de Bernard Preynat, sacerdote de la Diócesis de Lyon, acusado en 2016 de abusar sexualmente de decenas de niños.
Aclaraba Ozon, el director, que aunque en España no pueda tener mucha importancia, “Gracias a Dios” es la frase que Barbain pronunció en el juicio y salió en todos los periódicos franceses. El autor de la película asegura que no quería hacer política, sino plantear preguntas. Este estigma se repite en muchos países. Sin embargo, en Francia “parecen haberse dado cuenta de la gravedad y las cosas avanzan mucho más rápido”.
Cierto es que antes de entrar en un tema tan polémico como el que se presenta, tenemos que incidir en la forma de tratarlo. En esta ocasión, se va al grano. Se nos plantea la historia nada más empezar. Así, se da el testimonio con una rabia con la que es imposible no sentirse identificado. Como bien apunta uno de los protagonistas, Denis Ménochet, “Puedes o no sentir rabia, pero si eres humano, esta historia te toca. Es imposible no sentir empatía”.
Así, como uno de los personajes de la trama dice, aquélla que lidia entre Alexandre y Preynat, “Siempre habrá una cicatriz, pero se curará con la ayuda de Dios si no la rascamos”. Es la forma de entender que nos encontramos en la lucha contra un gigante. Se plantearán muchos interrogantes, como: ¿La buena “voluntad”· después del delito los hace mejores curas o, al menos, menos culpables?
François Ozon resuelve con primeros planos usados muy pocas veces, pero de forma resolutiva. Además, asegura que como la historia se centra más en la palabra, por eso los recursos de la dirección de fotografía fueron más austeros. De hecho, ha hecho una labor de contención en cuanto a escenas explícitas, que es algo muy presente en su cine, porque reconoce “haber pretendido dejar más a la imaginación los sucesos escabrosos ya que resultaba impensable mostrarlos literalmente”.
Reitera el uso repetido de planos de perfil, así como los planos desenfocados de escorzo, para contar una historia que se bifurca en otras. Se las podría, incluso, identificar con tramas relevo, casi a modo documental, ya que se notifica las experiencias de varios de ellos. De esta manera, el mismo problema se muestra desde diferentes puntos de vista, desde la de todos ellos.
Pero no solo hablamos de la Iglesia, también de la familia. La imposibilidad de los padres de hacer nada o lo que supone en el seno fraternal un problema de este tipo. ¿Quién actuó como debía? Y todo se pone en entredicho. Además, se plantea un castigo (al ser un caso real, se conocen los detalles de la condena a Barbain y la libertad a Preynat) mayor al que calla y encubre que a la persona que delinque.
Por supuesto, no estamos ante un tema fácil, por lo que los productores no se mostraron del todo receptivos en un inicio. Es más, Ozon presentó la trama como “Tres hombres de 40 que se reencuentran para hablar de su infancia”, según dice entre risas. Y es que la grabación fue toda una aventura. Las escenas en las iglesias fueron tomadas en Bélgica y Luxemburgo, ya que en Lyon, la ciudad católica más importante de Francia, nunca se hubieran permitido.
A pesar de que la pedofilia es un problema que ahora mismo se identifica más con la Iglesia, no hay que olvidar que “El 80% de los casos de pederastia tienen lugar en el seno de la familia”, informa el director. Así, cuando se le pregunta por si es creyente, Ozon explica: “Reconozco que perdí la fe muy pronto, aunque cuando subo a un avión me vuelvo un poco más creyente”.
Aunque cuando al autor de títulos como “El amante doble” (2017), “Frantz” (2016), “En la casa” (2012) o “Joven y bonita” (2013) se le pregunta sobre la intención al tratar un tema tan diferente a lo que nos tiene acostumbrados, alega que “La fragilidad masculina era la idea inicial, porque ha hecho muchas sobre fortaleza de las mujeres. Existe el cliché de que el hombre es acción y la mujer, emoción”.
“Gracias a Dios”, que ganó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Berlín de este año, se muestra como una rascadura en las heridas de todas las víctimas pero, más allá, como un objeto afilado en todos aquellos que a día de hoy siguen inmunes ante los delitos que llevan cometiendo durante años en nombre de aquel que les sirve de amparo.
Nuestra calificación: (3/5)
“- God tells us to love children. Although not so much, that’s clear”