KAREN (2020) de María Pérez Sanz

“¿Por qué rezabas esta vez? ¿A que no rezabas por mí?”
Nos encontramos en un mundo lleno de exigencias. Siempre es bienvenido un relato en el que, lejos de pedir nada, se den las gracias por recibir. Algo así viene a ser la moraleja de esta parábola de una amistad atípica e interracial que cruza géneros, etnias, estamentos, colores y culturas. El mundo se nos hace pequeño y tenemos que buscar nuevos lugares de evasión. Y a veces no hace falta más que estar cerca de una persona.
En esta ocasión, nos trasladamos a África, lugar donde la escritora Karen Blixen -cuyo pseudónimo era Isak Dinesen- pasó sus últimos días. Allí somos testigos de la misteriosa y mística relación amistosa que disfruta con su criado somalí Farah Aden, cerca de las colinas de Ngong.
En una estampa donde la única distancia la encuentran tras los árboles, uno porta una escopeta mientras el otro viene de rezar. Así se ven compensadas las cosas. Mientras tanto, de soslayo, un amor ingente de la autora hacia aquellos animales en los que no reparamos por ser ordinarios, una constante mención al destino y sus labores, quizás para tratar uno mismo de convencerse de acatar lo que le va siendo impuesto. Todo el mundo huye de algo o tiene algo por lo que huir. Eso es lo que venimos a toparnos en este relato más sensorial que descriptivo, más transformador que histórico.
La película tenía un componente de no ficción muy fuerte del que ha quedado poco, ya que la propia directora descubrió que el tono documental no iba a servir para contar todo lo que quería y se trasladó a la ficción, siendo esta su primera obra no documental. Quizás eso se haya cruzado con la falta de organicidad de la que en ocasiones peca.
María Pérez Sanz la cataloga más como “un anti biopic que como un biopic en sí”. Se trata de una cinta “de momentos valle, de pequeños instantes. Obvia los sucesos más relevantes de su vida para centrarse en otros que pudieran parecer más nimios”. Lo más acertado es no pretender juzgarla. Mucho más lejos de eso, la artífice se siente “muy identificada con el proceso orgánico que se presenta: arruinarse, volver a casa de los padres, intentar escribir un libro”. ¿No es acaso lo que los artistas se encuentran hoy en día?
El filme se grabó en tan solo 10 días, sin monitor y en 16 mm. Eso ha propiciado que la mayor parte del metraje haya sido utilizada. Apenas se ha descartado nada. Este hecho implica la complejidad de sacar adelante el proyecto: “Que exista ‘Karen’ es casi un extraño milagro. Fue muy complicado levantarla. Quizás se lo deba a la Virgen de Guadalupe, a la que me encomendé”. Tras esto, Pérez Sanz nos recita unos cuantos nombres que son las almas que han estado involucradas en un trabajo tan importante. Y añade: “otros salen fuera para localizar, yo vuelvo a casa para rodar”. Es el paisaje de su infancia, la posibilidad de hacer películas más baratas y convivir con el equipo de una forma muy diferente a otros proyectos grabados en otras partes. Este es el principio de algo que va a empezar una revolución. La mayoría de los profesionales extremeños se han ido y aunque vuelven cada vez que pueden, no están allí, lo que dificulta el desarrollo del audiovisual extremeño. No obstante, es el principio del largo camino. Y está dando sus frutos.
“Karen”, que se extiende en tan solo 65 minutos, está coescrito entre la directora y Carlos Egea. La música, por supuesto, es de Christina Rosenvinge, quien fue llamada a la aventura con dicha pretensión inicial. La fotografía exquisita -que convierte Extremadura en África- es cosa de Ion De Sosa. El reparto está compuesto por: Christina Rosenvinge, Alito Rodgers e Isabelle Stoffel.
Las películas convencionales están sobrevaloradas. Encontramos el ejemplo inmediato en la rara avis “Destello Bravío” (de Ainhoa Rodríguez) de que otro tipo de cine es posible. Es probable que pueda pecar de no ser entendida para las grandes masas de la misma forma que para alguien que escarbe un poco más. Pero si la propia directora y la cantante y actriz Rosenvinge resolvieron durante horas sus puntos de vista acerca del colonialismo -en un conato de huida de pensamiento post-colonial-, este tipo de cine también puede conseguir cambiar el panorama actual.
Eso que tanta falta hace.
Nuestra calificación: (4/5)