LA HISTORIA DE JAN (2016) de Bernardo Moll Otto
“Jan nació el 4 de noviembre de 2009 y desde ese día nuestra vida cambió…”
Es tarea no fácil, por no decir difícil, el poder evaluar objetivamente cualquier obra o manifestación artística que rebosa sentimiento de una vivencia personal, sobre todo, si se basa en circunstancias delicadas, como las situaciones sociales injustas, guerras, conflictos o la discapacidad física y/o intelectual. De ahí, que si se mezclan este tipo de contextos, en los cuales la esencia misma del ser humano tiende a compadecerse y empatizar, se parta de una ventaja a la hora de valorar la obra. Hay ya una territorio conquistado de forma preliminar por el mero hecho de tratar y movilizar estos sentimientos, que de forma involuntaria invita al espectador a compartir y sobretodo no llegar a atreverse a discrepar con lo visionado. Por eso, que esta temática es una arma de doble filo: por un lado habrá gente, la mayoría es de suponer, que compartirá lo que ha visto; y por otro lado, una minoría que verá en este género, una industria lacrimógena previsible. Ahí reside la dificultad a la hora de examinar de una forma quirúrgica lo que hemos presenciado y de la que no está exenta “La Historia de Jan”, película-documental que aborda la biografía de los primeros años de vida de un niño con Síndrome de Down.
El documental narra los 5 primeros años de existencia de Jan, a raíz de un blog que empezó a escribir antes del propio parto su padre, Bernardo Moll (director) y, que va leyendo su madre (Mónica Vic) a través de los 90 minutos que dura; mientras se van intercalando momentos de la historia del propio Jan y de los padres. Incluso durante el embarazo, traslada todas las dudas que puede tener cualquier pareja que afronta tener un hijo con tal síndrome y posteriormente los diferentes hitos del desarrollo alcanzados tanto psicomotores, cognitivos y de la misma biografía, como el primer ingreso hospitalario, su primer día de colegio o las campanadas de año nuevo. Todo el relato se va narrando intercalando a modo de paralelismo o “flashback», imágenes y vídeos grabados por Bernardo de forma casera a lo largo de esos primeros 5 años, junto con los pensamientos y reflexiones actuales de ambos progenitores cuando Jan ya ha cumplido su primer lustro, pasando en esta narración por los diferentes lugares cruciales en su evolución, y contando esta vez con una realización cinematográfica más cuidada; de eso que sea una miscelánea técnica entre el documental y el largometraje. Acopla una banda sonora o momentos musicales muy agradables y naturales que hacen más animadas y desenfadadas, las situaciones que podrían acoger tintes mucho más dramáticos.
Con todo esto, el documental logra emocionar desde la alegría y la espontaneidad, sin caer en el sencillo y trillado recurso del drama o lágrima fácil; algo que es de agradecer y que aunque parezca inverosímil, es más complicado que sencillo en esta temática; pese a que hay momentos en los que es imposible que el espectador no encuentre y comparta sentimientos inapelables como la angustia, la tristeza o la incertidumbre que lleva implícita la historia. Esto hace tener la desventaja irremediable de que no hay nada sorpresivo o novedoso en lo que uno espera al verlo, a pesar de que no está excesivamente cargado de tópicos. La duración es otro detalle a tener en cuenta, pues la narración, fresca en algunos momentos, peca de ser algo obstruida, lo que podría haberse evitado contrayendo el tiempo y concretando y centrándose en aspectos más clave.
Algunos la han bautizado como la “Boyhood” española, posiblemente por el corte biográfico y el crecimiento y paso del tiempo real que les acontece a los protagonistas. Hay que discrepar, salvando las distancias con la película de Linklater. En “Boyhood” el eje principal es la evolución del personaje, de la niñez a la adolescencia, mientras que en el documental de Bernardo Moll se podría intuir que tan protagonista es Jan como sus padres, además de que el punto de vista gira en torno a ellos. Aunque la diferencia fundamental es de estilo, pues la película oscarizada en 2014 tiene un cuidado exquisito en la forma, técnica, fotografía y música, siendo esto un eje fundamental del film y una virtud; en “La Historia de Jan” lo más importante es querer que el espectador se quede con la vivencia de sus padres y todos los sentimientos que para ellos ha supuesto su hijo. La intención es distinta, por tanto son películas parecidas, pero diferentes y a valorar aparte. Con casi total seguridad, el documental haya sido la mejor forma que los progenitores han tenido para expresar su afecto al pequeño Jan tal como es y, un regalo fantástico ejemplar para cualquier niño, del que todo adulto le gustaría tener de su niñez.
«Jan was born on November 4, 2009 and that day our life changed…»