LUCES DE PARÍS (2014) de Marc Fitoussi

“Nunca es demasiado tarde para vivir un poco”
Briggitte (Isabelle Huppert) y Xavier (Jean Pierre Darrousin) son un matrimonio que se dedica a la ganadería en la zona de Normandía. Llevan una vida cómoda, salvo por algún ligero problema con algún comprador y la no asimilación de que su hijo enfoque su futuro de estudios hacia el mimo y el teatro. Sin embargo, todo parece estar cubierto de un tono mecánico o rutinario, pues frente a la completa dedicación de su vida al trabajo de Xavier, Briggitte, más soñadora, se siente más rebelde con la monótona vida del campo y las costumbres invariables de su marido. Una canción que suena en los altavoces del supermercado y una fiesta de un grupo de jóvenes en el caserón vecino despertarán en ella un romanticismo insatisfecho y una vitalidad enmudecida. Justificando una visita al dermatólogo, viajará a Paris en busca de un encuentro romántico con la ilusión de todavía ser deseada y de una aventura que al principio le parecía descabellada, pero que tomará otros caminos comprobando que a veces los sueños y las sorpresas no se ajustan a la realidad.
Es esta una película de fácil y agradable visión, los problemas no se presentan como trágicos o solemnes, todo está tratado delicadamente, nos cuenta con tono agridulce el desgaste de una vida conyugal alargada en el tiempo en la que el apasionamiento y la ilusión han cedido el terreno a una familiarización excesiva en la que la pareja sólo se sustenta en su seguridad y confianza (que no es poco, pero sí insuficiente). En el film también hay un contraste entre la vida campestre (Normandía) y la gran ciudad (París), pero la película se pone claramente a favor de los ganaderos presentados estos como pequeños empresarios, relativamente cultos (música, libros), implicados profesional y emocionalmente con su trabajo y su choque con la gran urbe, en la que sus habitantes están menos preocupados por la cultura que aunque viven rodeados de más oportunidades tienen trabajos más insatisfactorios, viven más aislados y su percepción de la vida es de más inmediatez y fragilidad.
Este film propone la infidelidad como balón de oxígeno, la necesidad de reinventarse en la vida de pareja, el eliminar en lo posible la rutina y comprender que las necesidades de cada uno no son las mismas, aunque aporta también la problemática de cambiar de forma de vida cuando los años ya han recorrido las dos terceras partes del camino. El mejor valor del film son sus actores, en especial Isabelle Huppert fuera de su registro habitual, asumiendo aquí con mucha verosimilitud un rol de comedia que se asoma en algún momento, como el hecho de descubrir los secretos de su marido, unos toques emocionales que sólo una gran actriz es capaz de transmitir.
Película que, sin grandiosidad, plantea acertadamente las relaciones amorosas con una buena banda sonora y una magnífica fotografía tanto de esa parte rural como de esa gran ciudad que es París, referente de muchos espíritus románticos.
“It’s never too late to live a Little”