MAGALLANES (2015) de Salvador del Solar

“Todos tenemos un asunto pendiente”
Entre el thriller intrigante y el drama desgarrador se mueve esta notable coproducción sudamericana, humilde en sus formas pero brillante en la narración y en la dirección y que habla del sentimiento de culpa y de la dificultad para encontrar la manera de redimirse.
La historia presenta a unos personajes que intentan superar un pasado cruel para afrontar el presente, sabiendo que los recuerdos son una amenaza permanente para su estabilidad. Unas vidas truncadas por una difícil convivencia en Ayacucho donde los militares peruanos combatían a la organización Sendero Luminoso y un coronel, con la ayuda de un subordinado, hizo de una joven india su esclava sexual. Casualmente, mucho tiempo después, la ciudad de Lima servirá de escenario a un reencuentro indeseado.
El guion realiza un enorme trabajo sobre unos protagonistas que malviven en la capital, mostrándonos unos perfiles ásperos pero perfectamente caracterizados para hacernos llegar su dolor. Un sentimiento que sirve de motivación para quien fue el soldado que liberó a la chica del oficial y que ahora trata de ayudarla. Esa idea se transforma en una obsesión, un comportamiento chocante hasta que su desarrollo va destapando secretos e introduciendo circunstancias sorprendentes que nos encogen el corazón.
De la mano de esa noble intención, construye un relato propio del mejor cine negro, donde el trabajador pobre intenta, también a modo de venganza, sacar partido de un rico prepotente vinculado por lazos familiares con aquella execrable situación. Ahí tampoco el film tiene desperdicio y nos mete de lleno en una trama de extorsión de desenlace imprevisible que va creciendo e incorporando giros inesperados.
Tal vez, muchos estimen que la resolución peca de tibia pero, a poco que se piense, es una inteligente manera de hace justicia y condenar a los culpables.
El reparto cuenta con el actor mexicano Damián Alcázar que completa una fantástica interpretación, al igual que Magaly Solier, quien logra transmitir el sufrimiento que arrastra con cada mirada; mientras que Federico Luppi pone su veteranía al servicio de un rol difícil, el de un anciano con Alzheimer que siembra inquietantes dudas sobre aquello que realmente comprende y lo que no.
Una propuesta de entidad que no sería nada difícil que regresara a las pantallas en una versión “Made in Hollywood”.
“We all have unfinished business”