MAMACRUZ (2023) de Patricia Ortega
“Nunca es tarde para caer en la tentación”
Después de que Petra Martínez nos fascinara con su discurso al recoger el Feroz sobre la masturbación femenina para mujeres más adultas por “La vida era eso” (David Martín de los Santos, 2020) y de las imágenes exultantes captadas por Ainhoa Rodríguez en “Destello Bravío” (2021), me consternaba un pelín que el tema pudiera estancarse ahí. Entonces, llega Patricia Ortega (con el guion coescrito con José F. Ortuño) y nos tantea otra versión de los hechos. Una bastante menos pudorosa e indudablemente más atrevida.
“Mamacruz” nos viene a hacer la pregunta del millón: ¿está reñido el orgasmo con la religión y, por tanto, la intrínseca culpabilidad de sentirlo? Muchos intuimos la respuesta, aunque a veces no podamos sentirnos libres de expresarla en alto, por temor a ofender. Que ya sabéis cómo va esto.
La propuesta de Ortega se centra en los detalles, encuadrando los recovecos que se nos escapan a simple vista y nos confunde sutil y sibilinamente instándonos a confundir la realidad con la ficción. Además, les da una vuelta a las ‘personas florero’. Y añade, para que florezca ese chute sensorial que nos sugiere, unas secuencias de planos cortos, concisos y eróticos que bien nos pueden recordar a “Kiki, el amor se hace”, la peli remake de Paco León. Además, como telón de fondo, la distancia, las tecnologías, las familias desgranadas y, por supuesto, la soledad.
Un viaje a sí mismo transitando el camino de lo que tenemos olvidado a cierta altura de nuestra vida y que separa nuestras creencias de nuestros deseos.
Pero todo tiene solución.
Especial mención, por supuesto, a Kiti Mánver.
Nuestra calificación: (3/5)