OLEG Y LAS RARAS ARTES (2016) de Andrés Duque

“Alguien inclasificable”
El cine-documental. Un género con un interés creciente y valor en alza, pero con todas sus dificultades en cuanto a elaboración y delimitación a la hora de dirigir. Andrés Duque, de origen venezolano, pero afincado en Barcelona, firma su último documental (a destacar entre sus previos el de “Iván Z”, donde se dio a conocer) acerca del personaje Oleg Karavaychuk.
Oleg, compositor, intérprete y sobretodo artista ruso nacido en 1927 y fallecido este pasado mes de junio a los casi 90 años de edad (tenía 88) es una persona singular, excéntrica y privilegiada para la música. Perteneciente a una familia de tradición musical (padre violinista), ya de niño era un prodigio con la interpretación al piano y tras estudiar en el conservatorio de Leningrado (la actual San Petersburgo) su vida ya estaría ligada a la composición de música, inicialmente para obras de teatro y cine bajo la inquisidora vigilancia de Stalin. Con el paso de los años consiguió eludir y sobrevivir a la KBG, a pesar de ser perseguidos él y toda su familia, y ya con el fin de la dictadura comunista, se ha desarrollado como un artista peregrino con respecto a la interpretación y composición de piezas, atesorando el privilegio de ser el único en poder tocar el piano dorado del Hermitage, que anteriormente pertenecía a la dinastía de los zares.
Engalanado con atuendo rojo digno de un trovador, con una boina y un pelo a lo pintor bohémico de Montmartre y la apariencia de un anciano frágil, el documental nos desvela la personalidad de este genio y un esbozo de su individual manera de definir y descifrar el arte y concretamente la música, a base de reflexiones en voz alta y diversos lugares fundamentales para el protagonista. Andrés Duque ha conseguido embelesar al espectador y llegar a lo más hondo de las reflexiones del artista con planos fijos y secuencias largas en las que únicamente aparece el protagonista y su entorno, con interpretaciones al piano auténticamente prodigiosas y con una fotografía estéticamente limpia y vivaz.
Es complicado definir si estamos ante un film o un “biopic” poco convencional o un documental que ha cuidado la forma y la estética como pocos lo han hecho. Y es que ciertas veces, este género puede ser más sencillo en cuanto a la forma. Se toman más libertades (sin ser crítico) para encuadrar la imagen, el vestuario, dirección de los intérpretes y efectos sonoros; dando una mayor flexibilidad a los cánones cinematográficos, centrándose sobre todo en el mensaje que se quiere transmitir o la historia que se quiere relatar. En “Oleg y las raras” artes sin embargo, la estética y la técnica desarrolladas por Duque son parte fundamental de la historia que se está contando. La maravillosa fotografía, llena de colorido y luz por los pasillos del Hermitage; las magistrales interpretaciones al piano de Oleg, que dejan pasmado y sumergido al espectador invitando a pensar e incluso a cerrar los ojos; la voz aguda pero a la misma vez dotada de personalidad del protagonista, junto con sus reflexiones acerca del arte, la antigua Rusia soviética o la disonancia y consonancia en la música; dan al largometraje un empaque y un envoltorio fundamental para llegar a percibir la singular personalidad del artista y su don para ver la música, que permite intuir el catálogo de piezas y obras compuestas por este personaje único.
Se ha podido disfrutar durante 2 semanas de esta delicada y atrayente realización en los cines Aragón de Valencia que tan buena labor están haciendo en la ciudad por el cine independiente. La combinación de un entorno en plena tarde otoñal, sin prisas ni agobios, con la tenue luz del ocaso y temperatura templada, embellece aún más lo visionado, dejando una mejor sensación y una mayor capacidad reflexiva e introspectiva, haciendo gala de que en ciertas obras, el contexto donde se ven fomenta una mayor capacidad de sentir lo que realmente se pretende cuando se hacen.
“Someone unclassifiable”