AGUAS TRANQUILAS (2014) de Naomi Kawase
“Kyoko, mi vida ya está, y siempre estará, entrelazada con la tuya. Porque conozco el lugar donde están los dioses. No tengo miedo”
Estrenada en un único pase de filmoteca de cine Rialto en Valencia, este film inauguraba un interesante ciclo sobre el cine independiente.
No tengo constancia de que en Valencia se haya estrenado por circunstancias normales ninguna película más de esta directora con una extensa filmografía, tendremos que esperar algún ciclo retrospectivo.
La aparición de un cadáver en el mar de un hombre con extraños tatuajes provocará en el adolescente protagonista una reacción que solo comprendemos al avanzar la película. También iremos conociendo a la otra protagonista, una muchacha que mantiene con el protagonista una relación paralela de algo más que amistad. Es un film que trata los problemas de comunicación y de emociones en esa etapa tan complicada que es la adolescencia, más en el muchacho, que proviene de un matrimonio roto, en cuya madre del protagonista proyectará su inseguridad y culpa; más tranquila en la muchacha, cuya familia tiene otra actitud. Pero con el problema de que su madre tiene una enfermedad en fase terminal.
En este film todas las imágenes y todas las escenas están rodadas pausadamente y no por eso deja de haber algunas escenas más duras. Los personajes además están alejados de las grandes ciudades, viven en una pequeña aldea. Solo vemos la civilización normal cuando acuden a la escuela o en el viaje a la ciudad de uno de los protagonistas. Los dos tendrán que hacer frente a grandes dilemas: la muerte de un familiar y la búsqueda del padre para encontrar respuestas. Este film, alejado de los problemas diarios, busca meterse en el corazón de los personajes dándole a la naturaleza un poder espiritual: aceptar la inevitable muerte, hacerlo recogiendo el legado del conocimiento y del amor de esa persona. En una escena importante vemos que a la muerte se le da otro trato al habitual con rituales, cánticos, más como homenaje a la persona, a su vida y a la vida en general. Bellísima esta secuencia muy alejada del sentir y de comportamiento del mundo occidental.
El mar es un personaje en este film, en él está la muerte, las tormentas, leyendas… Pero también como un sitio de libertad y de la vida, siempre presente en este film como determinado y cerrando la vida de sus habitantes.
No dejen de ver esta película cuando puedan, más que sus mensajes, lo atractivo es esa manera de contar con tanto mimo y cuidado, esa delicadeza con la que están tratados todos los personajes. Se aleja totalmente de la manera de contar historias de los films occidentales, dando a los sentimientos y a la naturaleza una importancia que nosotros, por nuestra inmediatez y volatilidad del día a día, tenemos enterrada u olvidada.
“Kyoko, my life is already, and always will be intertwined with your life. Because I know the place where the gods are. I´m not afraid”