ANÁLISIS DE SANGRE AZUL (2016) de Gabriel Velázquez y Blanca Torres
“Atrevido y costumbrista falso documental”
Súper 8, cámara de 13mm, planos gélidos y una flauta, empezamos bien…
Esta película de Blanca Torres y Gabriel Vázquez, el cual, después de “Iceberg” (2011) y “Ärtico” (2014) ya deja patente que le va la temática invernal, se presenta como una “docuficción” ambientada en 1933, en un sanatorio mental de los pirineos de Huesca.
La cinta comienza de una manera muy poco seductora, para que no vamos a engañar. Tras cuatro minutos de una sucesión de planos del pirineo de Huesca, que casi te hacen levantarte a por un chocolate caliente, nos introducen en la trama: un extranjero en las últimas, es encontrado en unas cuevas y trasladado a un sanatorio mental.
Allí descubren que padece amnesia y es internado hasta que recupere la memoria o logren averiguar las causas de ella.
La sucesión de escenas costumbristas, con las numerosas pruebas a las que someten al guapo protagonista, y la música de fondo, nos dejan como una sensación de aislamiento y de incertidumbre, ya que casi esperamos que los entrañables pacientes se vuelvan locos y hagan algo impredecible. Pero no.
La película, que es un claro ejemplo de ese otro cine español, más preocupado del contenido que el continente; nos sumerge en un mundo oscuro, a veces claustrofóbico, en el que el afán del conocimiento y los límites de la ciencia de la época, se combinan para intentar dar explicaciones científicas a enfermedades o incluso para hallar la famosa supremacía racial; tan característica de esos turbulentos años con el azote del nacismo.
Sin embargo, pasados los años, con la evolución del protagonista, solo se demuestra la capacidad que posee el ser humano para adaptarse y eso, no entiende de razas.
“Análisis de sangre azul” quizá sea una película difícil, ya que el formato de diario visual científico, la ausencia de diálogos y el argumento, completamente lineal y carente de giros de guion, no es muy atractivo a priori. Sin embargo la valiente propuesta de estos cineastas, que combinan unos hermosos paisajes rurales con unos planos hiperrealistas que plasman a la perfección como debería ser una documentación científica de la época, dotan al film de un sabor y color poco habitual. Y ya solo por eso, por la novedad, y porque todo documental, siempre tiene algo de ficción, merece la pena verla.
“Daring and costumbrist fake documentary”