FEEDBACK (2019) de Pedro C. Alonso
“Tu vida destruida en directo”
Si tuviera que hacer una analogía entre esta película y un plato perfectamente ejecutado diría que aquí se han usado todos los ingredientes de siempre. Pero el sabor ha quedado diferente. Quizás es que hemos cambiado alguna marca… y se ha ido todo al traste. Una sensación parecida es la que he tenido con esto. A ver, es que estamos hablando aquí de personas de renombre que tenían que ser sinónimo de trabajo bien hecho o, al menos, gratificante. Pero hay alguien por ahí, totalmente novedoso para el mercado cinéfilo, que se nos escapa. El único nombre que no conocemos puede que sea lo que no termina de convencer en este mejunje. Y no es por él, porque su trabajo es muy satisfactorio pero, casualmente, es lo que hace que el engranaje no esté del todo engrasado. Y mira que la idea es buena, muy buena. Eso es precisamente lo que me resulta más frustrante.
Jarvis Dolan es un periodista muy reconocido que lidera el programa ‘La cruda realidad’, en Londres. Sin estar del todo convencido, decide presentar un programa propuesto a última hora. Durante la emisión, unos extraños irrumpirán con ciertas exigencias, obligándole a mantenerse en el aire y dejando a Jarvis en evidencia.
Hasta aquí todo bien. Hablamos de una producción española de alto presupuesto y rodada íntegramente en inglés. Desarrollada en Londres y con tintes políticos (se menciona de una forma muy clara el Brexit). Todo está yendo genial. El inicio nos pone la miel en los labios. Parece una película de esas que merecen la pena, de las que te mantienen en vilo en contra incluso de tu propia voluntad.
No deja de estar presente en mi cabeza que estamos ante un debut. Bueno, entendedme, nunca es el debut original, porque la gente no llega a hacer una película de estas características de la noche a la mañana. Pero el director sabe lo que hace, se intuye que está bien asesorado y la película comienza a despegar a un ritmo vertiginoso.
La exposición inicial es típica, pero ayuda a que el espectador empiece a formar puzles en su cabeza. Se expone a los personajes. Pronto nos damos cuenta de que nos encontramos ante una visión novedosa. Se presenta el periodismo como algo violento. Y eso es genial, porque no todo el mundo está dispuesto a hablar de ello. Se lo relega más veces al ámbito morboso.
Hasta aquí todo bien. Y, de repente, entran en juego los matones. Oh, no. Vaya, ya nos metemos en los clichés. Todo el tiempo. La histeria y la perversidad femenina. La poca sutileza de los secuestradores. Actúan como hemos visto demasiadas veces ya. Nada reseñable, ni un ápice que nos haga sentir empatía. Acciones de tensión que se repiten, como si fragmentos de la película hubieran sido cortados y encajados más adelante.
Se cae en una violencia innecesaria que tira de unos referentes que no merecen ser identificados con este tipo de películas. Incluso llega a entrar en un discurso de manipulación. La fotografía está muy trabajada. Eso es digno de mencionar. Al menos, la visión que se da ayuda a no despegarse de la silla. Pero después, hay momentos muy difusos, como el supuesto desconocimiento por el resto de las personas del edificio. ¿Cómo nadie se da cuenta de nada? Hay algunos cabos sueltos.
La intención crítica y la labor social que tiene se intuye en todo instante, pero también se diluye por falta de base. La idea de experimentar claustrofobia resulta demasiado soportable y muy cuestionable. A veces dejamos de estar en el aire. O cambiamos de emisora por inercia.
Como ya he apuntado antes, me parece una idea inicial bastante novedosa. Original. Y la ambientación no deja de ir de la mano todo el tiempo. Incluso las interpretaciones. Casi todas. Resulta muy interesante el interés que los matones tienen por hacer que la actualidad sea otra, pese a la enorme importancia de los temas que nos atañen, como siempre, relegando a otros. Lo que pasa es que se trata de despertar una conciencia con una actitud equivocada. Puesto que estamos ante un tema escabroso y muy actual, pero tratado con poca sensibilidad.
Un punto a su favor es lo bien expuesta que está la línea entre la verdad y la mentira, entre la cordura y la enajenación. Cómo en esta sociedad si te enajenas, dependiendo del género, hay muchas posibilidades de convertirte en víctima o agresor. Se cumple una de las leyes de Darwin: quien no tiene escrúpulos vive peor, pero más.
Tenemos, como ya mencionaba antes, todos los elementos para que la película nos cautive. Lo único que se nos escapaba era el debutante director, Pedro C. Alonso. Y lo cierto es que su trabajo está muy bien ejecutado. Pero continúa faltándonos algo. También firma el guion, junto a Alberto Marini, guionista de “Mientras Duermes” (Jaume Balagueró, 2011), “El desconocido” (Dani de la Torre, 2015), “Extinction” (M. Ángel Vivas, 2015) y “Tu hijo” (M. Ángel Vivas, 2018) y productor de títulos como “REC” (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007). Si nos basamos en eso y en Collet-Serra (no soy tan fan de Liam Neeson, pero sí de su “Infierno Azul” o “La huérfana”). Pues, perdonadme el chiste fácil, pero se preveía un non-stop.
Es cierto que como espectadores no se nos permite perdernos en ese ritmo frenético. No hace falta que nos lo pida demasiado, estamos ahí con él, pase lo que pase. A menudo me venía a la cabeza durante el visionado el trabajo de Eddie Marsan, el protagonista, y la cara que debió de poner al echar el primer vistazo al guion. A ello quiero añadir las participaciones de Paul Anderson, que me tiene absolutamente absorbida con su participación en “Peaky Blinders” (2003), pese a que aquí hace un papel un poco manido para mi gusto. También es memorable la pequeña aportación de Anthony Head y, ya para finalizar, admito ser fan incondicional de Ivana Baquero. Pero ni con esas.
Nuestra calificación: (3/5)
«Your life destroyed on air»