INSIDE (2016) de Miguel Ángel Vivas
“No hay nada más feroz que el amor de una madre”
Lo primero, antes que nada, es que hay que agradecer siempre que haya gente como la del Festival Antonio Ferrandís, y los cine Kinépolis, que traen a València a directores nacionales de renombre. Sin ellos, no tenderíamos este buen cine español que tanto nos gusta.
A veces hacemos la crítica de una película y al verla solo una vez obviamos ciertas cosas de la trama, tal vez algún detalle se nos pasa por alto o no lo conseguimos apreciar del todo, ello nos hace incurrir en una interpretación sesgada del film. Por cuestiones que no proceden, pude ver «Inside» dos veces, y la segunda después de haber hablado con su director, el simpático y emocionado Miguel Angel Vivas.
En el primer visionado tuve una sensación, debido en parte a que ya había visto, y disfrutado de la original «A l’intérieur» (2007) de los franceses Julien Maury y Alexandre Bustillo. En el segundo, con las debidas explicaciones del director y con su ilusión contagiada, mi percepción cambió, e intenté ver en las escenas los “set pieces” de los que me hablaba, los homenajes a otras películas (algunos ya atisbé en el primer visionado, por ejemplo «Terminator 2») y la forma en que la historia se vuelve más oscura a la par que angustiosa. Podríamos hablar de las diferencias entre la original y el remake, o como dice Vivas: la adaptación, pero me parece un error, ¡qué más da si se parecen o no!, si lo mejor es que el director español coge la idea y la retuerce hasta transformarla en algo completamente diferente, y ahí, queridos lectores, reside lo grande de esta historia.
Vivas rebaja el tono, que era bastante cruda en la de nuestros vecinos, pero no por ello le resta la potencia visual que tiene ver a una mujer muy embarazada siendo atacada por una loca, una estupenda, en todos los sentidos, Laura Harring. El terror está en todas partes, en el pasillo que nunca está vacío, en el baño que se transforma en una cárcel alicatada, en la cocina que es la armería de la historia. No podemos huir de lo que nos cuenta la pantalla en ningún momento, no entendemos si la villana es mala, está loca o es una mujer atormentada por algo, la vemos y la odiamos, pero también no genera algo de fascinación por sus gestos, sus miradas, su voz, como dama de la muerte y en parte, de la nueva vida.
Dos mujeres que ansían lo mismo, que en el fondo tienen los mismos miedos, se enfrentan a una noche sin pausas, porque el filme no te dejará ni un segundo en paz, espabilando tu mente en cada plano. Veremos muertes muy trabajadas a lo largo de la historia, donde el amor parece ser el hilo conductor: ese vecino que muere mirando la foto de su amado, ese madre que es degollada por su hija mientras le caen las últimas lágrimas de su vida mientras la mira confusa, el amor final parece acompañar a la trama que se pasea, con tranquilidad y buen pulso, por el cine de los ochenta, alejándose, permítanme aquí hablar de la original, de la película francesa, que se nutre más de la sangre y la visceralidad. La película funciona muy bien para entretener, tiene los sustos justos para que el aficionado al género se quede contento. El viaje de la protagonista, que se queda sola al principio de la historia al morir su marido en un accidente de coche, la posterior muerte de su madre, como en un giro freudiano y el nacimiento en una piscina como líquido amniótico, purificador del aire y sanador de heridas, termina con la redención manifiesta de la mujer que desea robarle el bebé.
El ciclo de la vida y la muerte en tres actos, en tres momentos que desangran al espectador no sabiendo dónde posicionarse al terminar el film, que lo empujan hacia la reflexión del dolor materno ante la pérdida del bebé, ante la psicosis que puede generar ese trauma y la fuerza de la vida que parece imponerse a todo y a todos. Vivas narra un cuento sobre la lucha por la supervivencia: la de la villana en busca de sobrevivir a su accidente y pérdida de su hija, y la supervivencia de la protagonista, Sarah, que huye hacia adelante, aun rompiendo aguas, pisando cristales descalza o medio ahogándose en una piscina. Sarah, nuestra protagonista, es la viva imagen de la supervivencia. Es la supervivencia al dolor y al miedo. Vemos destellos de la original, pero el director sabe reconducir la trama para que todo sea muy diferente sin perder ese aroma a insano, a perturbado, a terrores nocturnos. Sin duda una adaptación que recoge la idea principal para devolvernos otra cosa muy bien planteada.
Nuestra calificación: (3/5)
“There is nothing fiercer tan a mother’s love”