JEFE (2018) de Sergio Barrejón
“Las mejores hostias son las que no se ven venir”
La ópera prima de Sergio Barrejón, realizada con los medios justos y sin excesivas pretensiones, depara una comedia negra correcta y entretenida. Dentro de sus limitaciones, hay que reconocerle una factura técnica resultona, la certera sátira de los directivos de las grandes compañías y el haber contado con dos intérpretes que se han implicado de pleno en el proyecto.
César dirige la exitosa empresa que fundó años atrás con Javier, su socio. Ahora la organización ha crecido tanto que no se parece a aquella, incluso él mismo se ha transformado en un tipo tiránico y prepotente, odiado por sus empleados, aunque en el fondo tiene buen corazón. Todo dará un vuelco cuando las cuentas amenazan con mandar el negocio al garete, al tiempo que su esposa le exige el divorcio. Solo la chica de la limpieza puede convertirse en la tabla de salvación que necesita.
El jefe se presenta como un individuo pasado de vueltas y antipático, pero nunca llega a alejar al espectador, ya que ese carácter abrumador y arisco, a la vez que decidido, queda matizado con un toque carismático propio de un líder que domina el terreno en que se mueve.
Pese a que los compases iniciales son un poco erráticos, conforme los problemas se multiplican y la joven limpiadora se va implicando en los conflictos del protagonista, la historia toma entidad, y todavía más mediada la cinta, al salir a la luz una circunstancia que le proporciona cierta incertidumbre.
El guion, sin moverse demasiado del escenario principal, juega hábilmente con las distintas estancias del edificio de oficinas y por momentos adquiere formas de vodevil con la entrada y salida de diferentes personajes. En este marco aborda con un humor desigual temas oscuros y comunes vinculados a muchas corporaciones que tratan de tapar sus trapos sucios.
Desde luego, el filme debe mucho al enorme trabajo de Luis Callejo quien, muy habitual en papeles secundarios, aprovecha bien esta oportunidad para revindicar la talla actoral que atesora. Le da perfecta réplica Juana Acosta, en un rol que consigue poner el contrapunto amable y desenfadado que pide el relato. Igualmente, el resto del reparto cumple con creces, destacando las participaciones de Josean Bengoetxea y especialmente de Adam Jezierski, ejerciendo de un singular e irrepetible mensajero.
Nuestra calificación: (3/5)
«The best blows are those that can not be seen coming»