JUSTICIA ARTIFICIAL (2024) de Simón Casal
“¿Aceptarías que te juzgase una IA?”
Este largometraje dirigido por Simón Casal, es una película distópica que nos sumerge en un futuro cercano donde la inteligencia artificial (IA) ha llegado a los tribunales, una premisa que, lejos de parecer ciencia ficción, refleja una inquietante realidad cada vez más plausible. La película plantea una pregunta crucial: ¿Dejamos que la IA sea solo una herramienta de apoyo o la convertimos en juez y verdugo? En este contexto, el gobierno español propone un referéndum para aprobar un sistema de IA en la Administración de Justicia, prometiendo eficiencia, imparcialidad y despolitización. Sin embargo, lo que parece ser una revolución en la justicia pronto revela sombras ocultas.
La trama sigue a Carmen Costa, siempre brillante Verónica Echegui, una jueza con una impecable trayectoria, quien es invitada a participar en el desarrollo del proyecto. A medida que se adentra en el sistema, sus dudas se intensifican cuando Alicia Kóvack (Alba Galocha), la creadora de la IA judicial, desaparece misteriosamente. Lo que comienza como un proyecto innovador se transforma en una investigación llena de conspiraciones que involucran la manipulación del poder a través de la automatización del sistema judicial.
Este joven director gallego construye un thriller intrigante y claustrofóbico, donde la idea de una justicia robotizada desafía nuestros conceptos de ética y responsabilidad. La película juega con la tensión entre el progreso tecnológico y los peligros de dejar en manos de algoritmos decisiones que afectan la vida de las personas. La actuación de Carmen Costa, interpretada con fuerza y vulnerabilidad, encarna el dilema moral al que nos enfrentamos en este futuro distópico: si la justicia automatizada promete imparcialidad, ¿qué queda de nuestra humanidad?
El ritmo del film es ágil, con giros inesperados que mantienen al espectador en vilo. A medida que Carmen desentraña la conspiración, la película va más allá del debate técnico y se convierte en una reflexión profunda sobre el control social y el poder de la tecnología en manos equivocadas.
La atmósfera visual, con tonos fríos y escenarios minimalistas, subraya la deshumanización progresiva que acompaña a la implementación de la IA en la justicia. La desaparición de la creadora no solo es el catalizador de la historia, sino un símbolo del riesgo inherente a depender de sistemas que pueden ser manipulados para intereses oscuros.
Esta “Justicia Artificial” es, sin duda, una película provocadora que plantea preguntas inquietantes sobre el futuro de la justicia y la creciente dependencia de la tecnología en nuestras vidas. Su advertencia es clara: la automatización no solo puede despolitizar, sino también deshumanizar el sistema judicial.
Nuestra calificación: (3/5)