MI CASA EN PARÍS (2014) de Israel Horovitz
“Él quería su herencia. Ella su hogar”
La adaptación de una exitosa pieza teatral de Israel Horovitz, da como resultado un film que comienza moviéndose con soltura por los terrenos de la comedia ligera y acaba desembocando en un drama familiar denso y reiterativo hasta hacerse tedioso.
Un neoyorquino llega a París para tomar posesión de una mansión que le ha dejado su padre en herencia y que será la solución a los problemas económicos de este perdedor. Allí se encuentra con la inquilina de la casa, una anciana que, según el contrato de compraventa, no puede ser desalojada hasta su muerte. La mujer le ofrece una habitación durante un tiempo, pero se encontrará con la oposición de la hija que vive con ella.
El propio autor ha sido el encargado de llevar a la gran pantalla esta obra aplaudida en los escenarios de medio mundo, en lo que supone también su debut detrás de las cámaras. Sin embargo, ha querido ser demasiado fiel en la transposición de los pasajes que sobre el papel son más conmovedores, ignorando los recursos que ofrece y demanda el medio cinematográfico. De otra manera no se explica la manifiesta ruptura formal entre una primera hora de metraje que transcurre de forma dinámica y los cuarenta y cinco minutos que le siguen, donde se da demasiadas vueltas a unos mismos argumentos, sin dejar que la trama se oxigene.
Del humor se pasa a registros emotivos de forma brusca, a medida que salen a la luz las frustraciones y secretos personales de los tres protagonistas, pero tal como el guion se recrea en este apartado quedan desdibujadas sus intenciones dirigidas a mostrar que nadie escapa de ciertas debilidades humanas, especialmente de aquellas vinculadas al corazón. A ello sigue un colofón que quiere ser complaciente y redentor y precisamente por ello se antoja forzado.
Con todo, si algo merece destacarse es el encomiable trabajo actoral de tres intérpretes con oficio que mantienen a flote la película. Así, Kevin Kline resulta más contenido de lo que en él es habitual, aunque en ocasiones parece que le cueste. Está fenomenalmente secundado por la siempre sobresaliente actriz británica Maggie Smith y por Kristin Scott Thomas, con quien ya coincidió en “La casa de mi vida” (2001).
Sensaciones muy contradictorias son las que deja este estreno que apuntaba más alto.
“He’s in the will. She’s in the way”