TRIBUNAL (2014) de Chaitanya Tamhane
“¿De qué se le acusa?”
Es el cine hindú muy desconocido en nuestro país, pues apenas llegan películas a la pantalla si no es por otros medios como en DVD o Internet. Además, la mayoría son musicales o imitaciones de películas famosas, por eso este film resulta atípico, pues se trata de un film crítico con su país, escasamente comercial, que además requiere de un esfuerzo por parte del espectador. El film arranca con la detención de un cantante de canciones protesta en una actuación, arrestado con el cargo de haber provocado el suicidio de un trabajador de limpieza de alcantarillas por culpa de las letras de sus canciones. En la sala donde se lleva el juicio del cantante, el director no sólo nos muestra el funcionamiento de las leyes en su país, sino además los comportamientos de los funcionarios y las leyes arcaicas, absurdas y desproporcionadas que ponen máscara a un control policial ajeno casi a la legalidad, más preocupado por controlar cualquier incipiente acto revolucionario.
También muestra el escenario físico del juzgado como lugar rutinario de trabajo para sus funcionarios al que todos acuden ciñéndose al mínimo guion de sus obligaciones cuando no expresando fastidio; un juez intentando despachar lo más rápido posible los casos ante su gran volumen (tiene el récord de despachar más de treinta en una mañana) aunque sea a veces por medio de sentencias absurdas o interpretaciones interesadas, la fiscal ciñéndose a un guion prefabricado y a acusaciones basadas solo en deducciones… Sólo el abogado defensor parece más implicado, se le ve más culto, más europeizado, más crítico con la situación judicial de su país viéndose por ello en diferentes problemas. Todo lo que concierne en torno al juicio tiene tintes kafkianos como en la novela «El proceso“, sólo que (y ahí está lo terrorífico) ocurre en la realidad. Todo tiene un aire de fatalidad asumida, el juicio se puede prolongar durante años pese a las nulas pruebas presentadas, incluso el ajusticiado parece asumir su situación pese a ser totalmente inocente.
El director muestra además a los personajes fuera del juzgado para que nos demos cuenta de las muchas contradicciones del sistema: el abogado implicado pertenece a la clase más alta, la fiscal es un ama de casa fuera de su trabajo más cercana al nivel de vida del acusado y el juez, un personaje de ideas retrógradas además de ser supersticioso.
Filmada en formato panorámico, la cámara no sigue a los personajes, se queda estática y alejada como queriendo encajar a los personajes entre los espacios y la diversidad de gente y modos de vida: barrios altos llenos de lujo, barrios pobres con espacios pequeños, familias hacinadas y muy pocos lujos, terminando con barrios paupérrimos casi en la ruina y en la miseria absoluta. Es en esos encuadres donde nada se cuenta, pero todo se expone y donde el espectador tiene que sacar sus propias conclusiones.
Se trata de un film que pone en entredicho las actuaciones de una Policía llena de gestos heredados de los militares británicos, bastón en mano, que utiliza peregrinas acusaciones, llegando incluso a utilizar testigos profesionales, de unas leyes estrambóticas ajenas a las condiciones sociales, de un sistema judicial incompetente y envarado, ajeno a la realidad, en el que un caso se puede eternizar en su resolución sin importar la persona que hay detrás, donde la sala del Tribunal es un espacio con horario comercial donde importa poco a quién se juzga mientras cada uno pueda volver a su casa tranquilamente… Película que quita más el sueño que muchos films de terror, que nos muestra cómo una acusación infundada te puede llevar a una situación sin salida y a darnos cuenta de que el absurdo es muy real.
Cabe destacar el magnífico cartel de la película: su diseño y dibujo son geniales.
“On what charges was he arrested?”