7 RAZONES PARA HUIR (2019) de Gerard Quinto, Esteve Soler y David Torras
“Los muertos se merecen, como mínimo, un respeto estético”
Esta es una de esas películas que habría que recomendarle a aquel iluminado que nos suelte un desgastadísimo “A mí es que el cine español no me gusta”. O aún más osado, “Todo el cine español es igual”. Ya sé que debería de ser inmune a este tipo de comentarios, pero en ocasiones me siento dando lecciones casi de adoctrinamiento a la hora de hacer entender a alguien que la cinematografía realizada en un país en concreto no es un género en sí mismo. Pero es cómo explicar otros conceptos que ya se deberían de entender, ¿verdad? No nos vamos a meter en eso, sino en la obra ideada por Esteve Soler.
Os recomendaría, como siempre, no leer demasiado las sinopsis que corren por ahí, porque explican lo que se supone que has de entender al final de cada cortometraje. Desde unos padres que despiertan a su hijo a las cuatro de la mañana para comentarle un pequeño asunto que les remuerde la conciencia, una pareja que no es capaz de cambiar de canal, un agente inmobiliario que lucha por vender un piso con el anterior inquilino muerto, un magnate empresario que tiene un “pequeño” secreto guardado en el sótano, una mujer que se niega a llamar a una ambulancia después de un atropello y la importancia que tiene dar el “sí, quiero” a la hora de casarse.
La idea general que encontré a simple vista es el exceso de ornamentación en cuanto a la decoración. Demasiado “horror vacui” todo. En prácticamente todos los escenarios. Me pregunto si no es una forma de criticar el minimalismo “ikeniano” que nos domina hoy en día.
La importancia de la familia. O la no relevancia. Esa situación tan surrealista en la que quizás se plantee que un hijo puede ser un error. O no. Quizás sea un buen momento para que cuestiones innombrables se hagan visibles. Pero que hablen otros de ellas.
Y siguiendo con el tema que implica el hijo de otro, nos mudamos en la segunda historia al mundo que muchos prefieren ignorar. ¿Cómo? Pues cambiando de canal pudiera ser una opción. El problema es que ni así logremos librarnos de él. Aunque lo importante, a todo esto, es ver la tele. ¿Y si no se puede? Eso ya sí que son palabras mayores. Tengo que decir a título personal que esta pieza me evoca más a “Videodrome” (David Cronenberg, 1983) que a “The Ring” (Gore Verbinski, 2002). Ya entenderéis porqué.
Y así, siguiendo un poco con la estela, se tratan cuestiones tan dispares como el desahucio y sus ingratas consecuencias, las malas conciencias (al menos hay repercusiones), el símil de la inmigración y el orden, o la disyuntiva de lo que entendemos por el trabajo que han de hacer otros por nosotros, esos locos del “mundo desarrollado” (con un reseñable monólogo del gran Viyuela). Es curioso el discurso para tranquilizarse de uno mismo en el que se presenta el pensamiento capitalista de “Si no estuviera aquí, estarían prostituyéndose o algo peor”. A ello, hay que sumar la apatía y la falta de solidaridad en contraposición de un buen selfie en el momento indicado. La ausencia de compromiso o el excesivo cuestionamiento en una época llena de “millenials” desorientados (me incluso, por supuesto).
Si tuviera que decantarme, que sería lo lógico, añadiría que lo mejor es el principio y el final, casi tan a la altura. El resto, como ese de no ser capaz de pronunciar algo que te llevará a estar en el cine pensando en dicho número durante todo el cortometraje, está bien. Con el despunte de alguno. No obstante, todos te saquean en mayor o menor medida. ¿No es acaso ése el objetivo primordial?
Así, este filme no es terror como tal, aunque las similitudes con la realidad sí que pueden provocárnoslo. Si sumamos el tratamiento surrealista de una realidad que sí que da miedo, podría antojarse algo “berlanguiano”. Está repleto de “problemas del primer mundo”. Pero, gracias a dividirse en pequeñas piezas, se nos permite refrescar cada 10 minutos.
Este metraje engloba el trabajo más que meritorio de Gerard Quinto, Esteve Soler (guionista) y David Torras como directores, rescatan la idea común del cortometraje “Interior. Familia” (2014), cuyo origen fue la obra teatral del propio Soler.
Con un reparto estelar que cuenta con Emma Suárez, Lola Dueñas, Sergi López, Francesc Orella, Àlex Brendemühl, David Verdaguer, Jordi Sánchez, Alain Hernández, Manolo Solo, Nuria Gago, Aina Clotet, Pepe Viyuela o Vicky Peña, entre otros, “7 razones para huir (de la sociedad) (7 raons per fugir)”, pasó por el Festival de Málaga y el SXSW en 2019.
Como conclusión, si quieres disfrutar y sufrir (padecer) casi a partes iguales (eso es maravilloso), no dudes en pasarte a echarle un ojo a lo que tienen que contarte estos tres magníficos realizadores.
Nuestra calificación: (4/5)
«The dead deserve, at least, an aesthetic respect»