DESPUÉS DE NOSOTROS (2016) de Joachim Lafosse
“Antes arreglábamos las cosas, ahora se tiran”
Dentro del drama social se encuadran multitud de subgéneros y puntos de vista. Normalmente no se centran en un mismo problema y suelen añadir tramas paralelas (e incluso prescindibles) para suavizar el elemento principal, lo que provoca que acabe degenerando en olvidarse de lo esencial y centrándose en situaciones que no interesan. Joaquim Lafosse es especialista en el drama humano, cotidianeidades que todos podemos vivir, la vida real y nada de fantasías. También es experto en contarlo tal y como es, desde su punto de vista, pero enfocado desde el prisma de lo más humanamente posible. Si en “Folie Privée”, su primera película, se observó la desesperación de un hombre con la separación, la degeneración humana que puede llegar a sufrir cuando todo está mal, y al extremo al que puede llegar cuando no le queda nada… en “Después de Nosotros” (“L’economie du couple”) da un paso más allá para entrar en una relación, desmenuzarla y hacernos ser un propietario más de la casa donde transcurre el 90% de la obra.
Marie y Boris deciden separarse tras quince años de convivencia. Marie es la dueña de la casa, sin embargo Boris la reformó por completo y pide la mitad para abandonarla. Mientras resuelven sus conflictos, sus hijas gemelas son testigos de la tensión que existe entre ambos, donde ninguno quiere dar su brazo a torcer. La pareja protagonista está interpretada por Bérénice Bejo y Cédric Kahn, actores con grandes trayectorias en su país e incluso internacionalmente. Ambos son los responsables de hacer sentir al espectador totalmente inmerso en su situación, inclinándote bien hacia un lado o bien hacia otro, pero siempre como si estuvieras en ese sofá, en esa casa con olor a miedo por parte de ambos, porque saben que todo se ha acabado pero, por otro lado, no quieren verlo. Lo que cobra una importancia vital es el hecho de que no hay historias secundarias, lo único interesante es la separación, la pareja y su relación. Esto es magnificado gracias al guion, que no se deja llevar por tonterías y todas las escenas son de la casa y del conflicto de pareja. Apenas se recurre a espacios fuera de la casa, solamente en dos momentos puntuales que suponen un shock a la relación y acaban desencadenando en el final.
El grueso de los dramas está inflado para causar tristeza o temor a los espectadores, se exagera, las situaciones se llevan al límite aun sabiendo que eso no ocurre en ninguno de los casos. En “Después de Nosotros” el director belga no utiliza en ningún caso este recurso, cuenta simplemente lo que es una separación real, con sus peleas y sus reconciliaciones, con los momentos de nostalgia y los momentos de desesperación, pero siempre encuadrado en lo esencial. Para ello emplea un primer plano de la cámara cuando el protagonista de la escena aparece, bien sea la mujer, el hombre o las niñas, que suelen ir de la mano. Cuando aparece ese primer plano se cuenta una historia personal, que envuelve a esa persona y de manera ligera al resto de participantes de la conversación. Sin embargo también recurre a un plano abierto, donde el protagonista también predomina, pero el resto aparecen en escena, bien cortados o de espaldas. En este caso la historia que se cuenta envuelve a todos, abarca más a estas personas que con el primer plano, es decir, tienen mucha importancia en esos hechos.
Las interpretaciones sobre el argumento también son diversas. Si bien lo esencial es la separación, los comentarios sobre la economía abundan (de hecho son uno de los problemas que provocan que no vivan separados) y su semejanza al panorama político actual es digna de destacar. La raíz es el dinero, ambos saben que todo ha acabado pero si no llegan a ese acuerdo no permiten su separación. ¿Realmente quieren separarse? Sí, ella está harta y él también, aunque de otro modo. Entonces, ¿por qué centrarse en lo económico? En este caso tiene vital importancia la madre de Marie, que le aporta una solución clara para permitir que Boris pueda abandonar la casa, sin embargo Marie no quiere. El juego del tira y afloja llega a su fin cuando una de las hijas vive una situación complicada, donde ambos padres se dan cuenta que no puede continuar así y terminan con un acuerdo amistoso, donde todos consiguen parte de lo que quieren sin llegar al máximo.
Joaquim Lafosse ha conseguido la que es, hasta ahora, su mejor película. Es capaz de sacar una película que no decae de un hecho tan normal como la separación, tiene una calidad notoria en exponer estos hechos puntuales, sin embargo en su última incursión (“Los caballeros blancos”) intenta abarcar tanto que no consigue pasar del interesante, por lo que esperemos que sus próximos proyectos se centren en lo humano y no tanto en lo humanitario. La capacidad para transmitir gracias a su simpleza es impactante, el no posicionamiento hacia ninguna parte y dejar que el espectador tenga esa capacidad es poco convencional en el cine hoy en día, lo cual se agradece porque permite cuajar tu propia versión y observar cómo puedes ir variando según situaciones, estando de lado de ambos o de ninguno, e incluso llegar a desesperarte ante la reacción de los implicados. Cine social y humano que debemos ver para entender la vida, trabajos así son los que llegan a pocos cines por su bajo nivel comercial pero nos enseñan a vivir, es de agradecer que Cines Babel haya traído este film a sus salas durante unas semanas y la gente pueda disponer de pantalla grande para disfrutar durante dos horas de una de las mejores películas de la actualidad.
“Before we fixing things, now things thrown away”