LA SOMBRA DEL ACTOR (2014) de Barry Levinson
“El mundo es un escenario y los hombres y las mujeres son simples actores…”
El fondo argumental de este film guarda, curiosamente, bastantes similitudes con la oscarizada “Birdman”, aunque aquí los medios y el resultado son bastante más limitados. Un relato que carga demasiado el peso en el ego y los desvaríos de un solo personaje, con una narración imbuida de un tono pusilánime y algo dispersa. Por a ello estamos ante un estreno que básicamente degustarán aquellos que conocen más de cerca el universo actoral, con sus poses, manías y debilidades y es fácil intuir que no agradará tanto al resto del público.
Se centra en una figura del teatro que ha llegado al crepúsculo de su carrera. La pérdida de popularidad y reconocimientos le hace caer en una depresión. Tras pasar por el psiquiátrico, donde se ve acosado por una extraña mujer, recibirá la visita de una joven actriz que se enamoró de él cuando era niña.
El desarrollo es bastante lineal y sólo sorprende con un final redondo que puede antojarse, en un primer instante, exagerado, pero a poco que se piense se percibe en él una inteligente ironía que también aparece intermitentemente a lo largo de la película.
Al Pacino borda un rol de una historia que, sin quererlo (se basa en una novela de Philip Roth) parece tener algunos toques autobiográficos. Él representa a la perfección las ensoñaciones y el carácter de una estrella que intenta mantener los rescoldos de una fama perdida. El guión subraya el arquetipo del cómico veterano que confunde la realidad con la ficción y que nunca deja de actuar, lo que también depara situaciones singulares donde no falta el sentido del humor.
Una meritoria interpretación pese a que acaba siendo reiterativa. Afortunadamente Greta Gerwig (“Frances Ha”) pone un contrapunto de frescura y aparente improvisación que se agradece y de los encuentros entre ambos nacen los diálogos más chispeantes, además de alguna escena que arranca la carcajada.
Completan el reparto unos secundarios eficaces que disponen de poco espacio para lucirse, como la veterana Dianne Wiest, Dylan Baker y Kyra Sedgwick.
El gran Barry Levinson, realizador de títulos como “El mejor”, “El secreto de la pirámide”, “Rain man” o “Good morning Vietnam”, entre otras, nos presenta una obra menor que es también como un peculiar homenaje a tantos nombres que conocieron el éxito y han ido cayendo en el anonimato.
“The world is a stage and all the men and women merely players…”