LITTLE BOY (2015) de Alejandro Monteverde
“Cree en lo imposible”
Bonito cuento cinematográfico, lleno de buenas intenciones y que de una manera calculada consigue que los recursos emotivos que maneja consigan tocar la fibra sensible y saquen las lágrimas del público. Como el mago que aparece en un momento de la película, el guión tiene trucos para hacernos creer la realidad maniquea que presenta, lo cual no deja de ser meritorio.
La acción nos lleva a un pueblo de Estados Unidos en los años de la Segunda Guerra Mundial. Allí vive un chico de siete años con problemas para crecer. Su padre es el único amigo que tiene y desde que se marcha al frente él intentará hacer valer “sus poderes” y su fe para traerlo de vuelta sano y salvo.
Todo gira alrededor de este personaje ingenuo y de gran corazón a quien da vida un más que prometedor Jakob Salvati, cuya mirada traspasa la pantalla ganándose inmediatamente el favor de los espectadores, con lo que el film ya tiene mucho adelantado.
Además, el pequeño va dando juego al resto de personajes, quienes se caracterizan de manera que, o son muy positivos y le hacen crecer en valores, o son negativos y suponen una amenaza añadida en su día a día. No obstante, pese a este encorsetamiento, la historia fluye a buen ritmo y las peripecias se suceden transitando del humor al drama hasta llegar a un desenlace inesperado.
Fundamental también resulta el evidente cuidado que se ha dedicado a los distintos apartados técnicos que dan como resultado una puesta en escena sobresaliente. Comenzando por la dirección artística que ha mimado hasta el último detalle siguiendo por el vestuario, la fotografía y la banda sonora.
Del resto de nombres que conforman el reparto, destacan especialmente Emily Watson y Cary-Hiroyuki Tagawa (“Memorias de una geisha”, “Pearl Harbor”). En un plano secundario hay que mencionar las intervenciones de Kevin James y Tom Wilkinson, a quienes se suman dos actores en otrora más habituales en la gran pantalla como Michael Rappaport (“Beautiful girls”) y Ben Chaplin (“La delgada línea roja”, “Frequency”).
Un largometraje para disfrutar en familia y aunque no es redondo consigue, en general, dejar unas gratas sensaciones a quienes no sean especialmente exigentes.
“Believe the impossible”