SUNSET SONG (2015) de Terence Davies
“Una épica historia de amor, pérdida y de la tierra que se encuentra debajo de todos”
Terence Davies se sigue moviendo por los terrenos melodramáticos con los que tanto éxito ha cosechado en distintos festivales, avalado por gran parte de la crítica especializada. Sin embargo, no todos comulgan con esa opinión tan generalizada en los círculos cinematográficos.
Ahora, como en otras ocasiones, toma como referencia una novela de éxito, en este caso la obra homónima de Lewis Grassic Gibbon publicada en 1932 y el resultado se aproxima a sus trabajos anteriores, porque del visionado de este extenso largometraje (135 minutos), lo único que se intuye meridianamente es que la lectura del libro debe ser altamente recomendable para los incondicionales de las historias de amor desgarradoras. Sin embargo, el realizador se empeña, de nuevo, en dotar al film de unos pretenciosos aires de película clásica lo que le perjudica sensiblemente, tanto por una falta total del sentido del ritmo como por ensimismarse en unas reflexiones poéticas que acaban siendo excesivas.
La acción nos lleva a la Escocia rural de principios del siglo XX, donde una joven que aspira a ser maestra ha de soportar a un padre tiránico y sádico que tiene acogotada a su familia. Con el paso del tiempo irá padeciendo distintas vicisitudes a las que habrá de sobreponerse.
Básicamente sus méritos técnicos y algunas de las esforzadas actuaciones del reparto, evitan peores sensaciones de una historia que eterniza gratuitamente muchas de sus escenas. La excelente fotografía de los paisajes de las “Highlands”, que se han retratado de manera hechizante, casi como postales, en especial sus atardeceres (como anticipa el título), compensa los tramos contemplativos de esta cinta.
Por otra parte, el elenco artístico cuenta con la implicación de un descollante Peter Mullan, que borda un papel agrio y desagradable y de la joven Agyness Deyn, cuya trayectoria puede dar un cambio tras esta destacable interpretación. Por el contrario, quien no da tanto la talla, en todos los sentidos, es Kevin Guthrie, que no acaba de resolver de forma convincente los bruscos vaivenes de carácter a los que el guion somete a su personaje.
Otro intento frustrado de acercarse a unas excelencias de un cine que no volverá y que para este realizador parecen haberse convertido en una quimera.
“An epic story of love, loss, and the land that lies beneath it all”