LA ESCALA (VOIR DU PAYS) (2017) de Delphine Coulin y Muriel Coulin
“Fingir que todo va bien”
¿Es posible resetear la mente? ¿Olvidar el horror vivido en una guerra y seguir con tu vida de antes? ¿Pueden las terapias colectivas conseguir reinsertar a los soldados en la sociedad? ¿Las situaciones de estrés postraumático se curan pasando unos días en un resort de lujo?
Las hermanas Delphine y Muriel Coulin nos muestran en su película “Voir du pays” (yo no sé si al que ponen a traducir los títulos le pagan o qué, pero deberían o subirle el suelo o despedirlo, ciertamente), a un grupo de soldados franceses que regresa a casa tras estar unos años en Afganistán, pero antes son sometidos a un “protocolo de descompresión” en un complejo hotelero de lujo en Chipre. Allí, los soldados se ven obligados a rememorar los acontecimientos más dolorosos y traumáticos de su estancia en el conflicto en una terapia de grupo, para que los psicólogos diagnostiquen si son “aptos” para regresar o no a sus casas.
En este marco, nos presentan a las tres únicas mujeres de toda la patrulla: Aurore (Ariane Labed), la súper sexy sin saber muy bien por qué, Marine (Soko) y Fanny (Ginger Roman) la enfermera militar. Las tres fuertes, valientes, pero muy traumatizadas, que deberán afrontar cada una, a su manera, los problemas que el sexismo, el machismo y las cadenas de mando incuestionables, les plantean.
No cabe ninguna duda que la perspectiva femenina de la cinta, el mensaje preclaro del empoderamiento femenino, es una inequívoca crítica y llamada de atención hacia todo aquello que en el ejército debería renovarse y evolucionar. Pero debo decir que la película aburre y mucho.
El guion, ganador en el último festival de Cannes, está basado en la novela homónima, de la misma Delphine Coulin, aunque sinceramente, no deja de parecer un manifiesto feminista con la clara intención de sensibilizar y aleccionar, pero ni entretiene, ni engancha, ni sorprende, ni nada.
Todo está súper arquetipado, desde las situaciones, a los personajes, todo es previsible y tiene cierto tufo a demagogia social.
Las guerras hacen mella, los soldados acaban bastante mal emocional y psicológicamente, pero deben reprimirse y fingir normalidad, porque al final, saben dónde están, a lo que van, lo que se espera de ellos y por lo que les pagan. Y sí, hay mucho machismo y sexismo en el ejército, el feminismo es necesario, estamos muy lejos de la igualdad; ahora contadme algo que no sepa, por favor.
Cabe destacar, que tanto las localizaciones, que son preciosas, como la actuación de las tres protagonistas, son bastante buenas y conseguidas.
La actriz Soko, que da vida a Marine, una bretona que ha mamado desde su infancia la vida militar, transmite un halo de tristeza y rabia contenida súper logrado, lo cual unido a su belleza andrógina, la tornan irresistible. También el personaje de Aurore, que quizá sea la que más carga emocional soporta, todo ello unido a sus ganas de libertad y de sentirse femenina y deseada.
Personalmente, creo que podrían haber conseguido mucho más con esta película, pero que por el motivo que sea, se ha quedado únicamente en una cinta cargada de frustración, tristeza y un mensaje final poco alentador.
Nuestra calificación: (2/5)
«Pretending that everything is going well»