LAS NIÑAS (2020) de Pilar Palomero
“Se sabe que existe Dios porque sí”
A pesar de que la autora absoluta de este metraje, Pilar Palomero, toca ya la cuarentena y avisa de que no tiene nada de autobiográfico, aunque sí se haya basado en anécdotas reales, esta historia se centra en 1992. Vamos a conocer el periplo trascendental y personal de la pequeña Celia, que vive con su madre y se forma en un colegio de monjas. Se inicia un salto absoluto, opresivo y mordaz con la llegada de otra niña, Brisa, que viene de la moderna Barcelona. La Exposición universal o las Olimpiadas del 92 son algunos de los eventos que marcarán la diferencia en una España que aún brega por un progreso diferente.
“Desireé, no seas marimacho” es tan solo una de las frases estereotipadas que aparecen en este discurso íntimo, transparente, tierno y poco convencional. Nos enfrentamos a los mejores años que no sabíamos que lo eran. Este metraje se nutre de escenas muy significativas como aquella de la chaqueta vaquera. La primera de todas. El primer cigarro. El primer pintalabios. Los primeros problemas. Los primeros descubrimientos. La primera autoexploración. La música que nos hacía sentir cosas. En este caso, nos llevará como meros ejemplos a Héroes del silencio o Niños de Brasil.
Aquí nos enfrentamos a la inocencia más casta. Las primeras performances en solitario. Las leyendas urbanas. El sida. La crueldad de los niños a dicha edad, especialmente los que intentan integrarse a toda costa. La orfandad y sus consecuencias. Es, a fin de cuentas, un paseo tosco por la adolescencia de una niña con carencias emocionales propiciadas por unos parches de vergüenza social. Porque, de alguna manera, estar falto de información es una forma de estar huérfano.
Así, en este paseo de vuelta al pasado donde las incertidumbres eran otras se tantea un crecimiento personal alejado de lo que siempre te han contado. Con una fotografía muy cauta de Daniela Cajías, que pone todo su empeño y su cariño en unos encuadres acompañados de una banda sonora noventera y unas melodías de Juan Carlos Naya. No obstante, lo más reseñable sin lugar a dudas es el peso dramático altamente complejo. Andrea Fandós, la niña de los ojos embaucadores –“La comulgante” (Ignacio Lasierra, 2018)-, ganó Premio Simón a la mejor interpretación del año con 10 años.
Pilar Palomero se lanza a la ficción más realista en este metraje que tuvo su preestreno en el Festival de Berlín 2020 y que no deja de ser un camino hacia la modernidad, pero aún arrastrando los estigmas de lo convencional en los entornos íntimos. La autora, que viene del cortometraje “La noche de todas las cosas” (2015) y el mediometraje “Winter Sun” logró que Valérie Delpierre se fijara en ella, lo que haría que Indicia Films –“Verano 93” (Carla Simón, 2017)- y Bteam Prods –“La novia” (Paula Ortiz, 2015), “Entre dos aguas” (Isaki Lacuesta, 2018)- le concediera un presupuesto de 1.200.000 euros.
Es un guion que nace de la verosimilitud todo el tiempo, de ahí que algunas de las niñas –elegidas en un casting entre más de mil- ni siquiera se leyeran el guion y trabajaran desde la improvisación. Grabada en Zaragoza y Lérida y centrada en la educación en España a principios de los 90, este metraje va a dar qué hablar. Sin embargo, no será suficiente lo que se hable de ella. Lo más importante es verla y no contrastarla con tu propia versión, más bien con tu propia vida.
Nuestra calificación: (5/5)
“It’s known that God exists because if»